domingo, 25 de abril de 2010

CAPÍTULO I (PRIMERA PARTE): COMENZANDO















Todos me decían que yo ya no era el mismo, que había cambiado, había desparecido el tipo alegre al que le encantaba hacer reír a los demás, y 
en su lugar, había dejado a una persona triste. Pero no podía ser de otro modo después de lo vivido creyendo que era real, siendo, sin embargo, el sueño en el que estuve sumido durante unos días tras mi entrada en coma.
Ya nada volvió a ser como antes para mi, no podía verla con los mismo ojos, por eso decidí apartarme de ella durante un tiempo; aunque con ella se quedará la mitad de mi corazón, necesitaba poner tierra de por medio y tratar de olvidarla.
Brennan era el motivo de mi tristeza, ella se había convertido durante unos días en la mujer de mi vida, en la razón de mí existir, algo que yo anhelaba desde el primer momento en que la conocí, pero que, por temor a no ser correspondido me negué a mi mismo. Pero, tras la vuelta a la realidad, me di cuenta que todo lo que yo creía real no era más que una burda mentira que mi subconsciente había reproducido, ya que Bones jamás se fijaría en mi, como ella misma diría “el amor es algo totalmente irracional, es una reacción química producida por el propio corazón”. De este modo, tras mi recuperación del coma, recogí mis pertenencias y puse rumbo a Londres, donde, tras el asesinato al que fuimos enviados, hicimos amistad con una agente del FBI y el antropólogo forense con el que “trabajaba”. Así que, tras mi mejora, llamé a la agente para saber si habría una plaza para mí allí, y ella, encantada, me aceptó.
La despedida fue muy dura. Con el tiempo supe que a Huesos le costó superarlo, pasó unos meses muy malos, tuvieron que darle la baja, aunque ella se negaba a aceptarla, pero Ángela acabó convenciéndola, pues, como ella misma le dijo, era mejor desconectar un poco y recuperarse para poder trabajar bien en los casos. Nadie entendió mi despedida, nadie sabía el motivo de mi partida, solo Gordon Gordon sabía la verdad, a él no le podía engañar, pero me prometió no contar nada.

Mi trabajo en Londres fue muy duro, echaba en falta a Huesos y al equipo, había aprendido a quererlos de verdad, y ahora, me costaba estar lejos de ellos, incluso, aunque me sorprendiera a mi mismo, acabé echando de menos aquellas sesiones psicológicas con Sweets.

Mi primer día de trabajo fue muy monótono…

- Seeley, tenemos que terminar con el papeleo para que puedas trabajar en mi equipo.

Parecía que no estaba de muy buen humor; sería mejor no contradecirla, no sabía hasta que punto podría llegar a enfadarse y necesitaba ese trabajo.

- Pero, pensaba que estaba ya todo arreglado.

- No, aun quedan algunos puntos que tenemos que poner el común.

- ¿Cómo que puntos? ¿Es que hay alguna condición para poder trabajar con vosotros?

La verdad es que esa idea de los puntos no me había agradado nada, pensé que ya me conocía lo suficiente como para poder confiar en mí. ¿Os es que después de lo que la ayudamos tras la muerte de su compañero iba a empezar a desconfiar de una de las personas que la apoyo en los momentos duros?

- Más que condiciones, es una pequeña cláusula que tienes que firmar en la que te comprometes a trabajar con nosotros un período de tiempo mínimo de un año. Si quisieses romper dicha cláusula una vez firmada sin haber terminado el período de tiempo indicado, deberás pagar una determinada cantidad en término de indemnización.


Dicho esto, nos pasamos toda la tarde poniéndonos de acuerdo para ver como sería todo a partir de ahora.

Al caer la noche, me despedí de la agente y me fui a mi nueva casa en Carnaby Street.
Al llegar, noté una gran sensación de vació. Recogí de una de las cajas de la mudanza una foto de Parker.
¡Cómo le echaba de menos!
Todas las noches solía llamarlo antes de irse a dormir. Ya era todo un hombrecito, y le gustaba que le contara las historias de los casos en los que trabajaba. Luego, solía preguntarle como le había ido el día antes de despedirme de él.
Pero hoy no iba a poder hablar con mi hijo, ya estaba bien entrada la noche aquí en Londres, así que allí en Estados Unidos habría amanecido hace un par de horas, por lo que Parker debería estar en el colegio.
Tendré que llamarlo mañana.
Fuera estaba nevando. Era un día muy frió, veía, desde mi ventana, las hojas de los árboles moverse con gran violencia. Parecía que el tiempo acompañaba a mi estado de ánimo.
Necesitaba desconectar, pero no me apetecía salir a la calle, se avecinaba una borrasca, y quería mantenerme bien de salud para poder trabajar. Así que se me ocurrió llamar a Gordon Gordon.

- Gordon, soy yo, Booth, perdona que te llame a estas horas, supongo que por allí no deben ser más de las 8 de la mañana, pero es que necesitaba hablar con alguien y no sabía a quien llamar.

- No te preocupes Booth, no molestas. Estaba esperando tú llamada, quería que a me contarás que tal te ha ido todo.

- Echándoos mucho de menos. El día ha sido horrible, me he tenido que comprometer a estar un año aquí, pero no se si puedo. Ya empiezo a extrañar a mi equipo.

- Por cierto, ¿qué tal están todos?

- Todos están un poco mal por tú despedida, pero no te preocupes, poco a poco se acomodarán a la situación. Tú solo preocúpate por mejorar en tu trabajo en Londres y que estén orgullosos de tenerte entre ellos.

- No se si lo conseguiré Gordon, esto es tan distinto a América, voy a necesitar tiempo para acostumbrarme a esta ciudad.

- Por tiempo no te preocupes, recuerda que has firmado un contrato de un año. Tienes tiempo suficiente para habituarte a Londres.

- Yo solo espero que todos en el trabajo me acojan igual de bien que lo hicieron el en Jeffersonian, aunque ningún laboratorio jamás superará a ese, allí he encontrado amigos de verdad.

- Deja de preocuparte y descansa un rato Seeley, mañana lo verás todo con más claridad.

- Está bien Gordon, te dejo que debes de estar ocupado. Te llamaré en cuanto pueda. Si hay noticias nuevas por allí me cuentas, ¿OK?

- De acuerdo. Hasta pronto Seeley.

- Adiós Gordon.


El día amaneció soleado, algo muy raro en Londres, así que me vestí rápido y me fui a dar un paseo para aclarar un poco las ideas. Tenía que olvidarme de toda mi vida anterior, solo así conseguiría avanzar y ser capaz de prosperar en mi nuevo trabajo.
Londres tenía su encanto, no era como Estado Unidos, pero tenía su magia, en ella se mezclaban una gran cantidad de culturas que hacían de esta ciudad inglesa un lugar con una gran riqueza.
Al llegar a casa llamé a Parker. Me contó como le había ido el día. Le prometí que lo llamaría todos los días antes de acostarse, como hacía siempre. Parker, contento, me dijo que esperaría mi llamada.
Al cabo de unos diez minutos, cuando me disponía a salir hacía el trabajo, sonó el teléfono.

- Seeley, ¿quieres empezar tu trabajo en Londres? Tenemos un caso.

- Muy bien, ¿de que se trata?

- Vente lo antes posible al Cabo Beachy, cuando estés aquí te lo cuento.

- OK. Voy para allá.


Al llegar allí, la agente me contó lo ocurrido.

- Ha aparecido en las inmediaciones del Cabo Beachy el cadáver de una joven ahogada.

- ¿Y por qué estoy yo aquí? Es un caso que le compete a los antropólogos y a la policía local.

- Pero al haber sospechas de que sea un asesinato el FBI entra a formar parte del caso.

- Entiendo. Entonces pasa a explicarme lo que sabemos hasta ahora.

- La chica hasido encontrada por el obispo del pueblo, John Steven, de camino hacia la parroquia. Él es el que ha llamado a la policía.

- Así que ese tal John parte como sospechoso.

- Eso es, por ahora, y hasta que no tengamos más pruebas parte como el principal sospechoso de la muerte de la joven, pero deberemos esperar hasta que lleguen mi equipo y nos puedan dar una hora de la muerte. Mira, por allí llegan- me dijo señalándome un claro en el bosque.

El lugar donde se había hallado a la víctima era una zona llena de árboles, muy frondosa, apenas había dos o tres claros en toda la zona en la que nos encontrábamos. A unos 2 metros del cadáver, había una gran masa de agua que formaba el Cabo Beachy. La zona era un lugar ideal para esconder un cadáver y no ser hallado.

- Hola chicos, os presento a Seeley Booth, agente del FBI de Estados Unidos que ahora a pasado a formar parte de nuestro equipo como otro agente del FBI.

- ¿Quiere eso decir que ahora trabajaremos para dos agentes del FBI?- pregunto una de las chicas, que parecía estar un poco furiosa.

- Exacto.

- Genial -musito la joven. Definitivamente no le resultaba nada agradable mi presencia. Me iba a tener que acostumbrar a que aquí no era más que un intruso en su trabajo.

- Seeley, te presento a Sthepanie, ella es directora del instituto londinense Castle, para el cuál tú trabajas ahora.

- Encantado Sthepanie –le dije a la chica, que seguía con la misma cara de no soportarme más. Así que ella no se encontraba agusto conmigo…

- Es un poco tímida, pero cuando la conoce se suelta bastante – dijo la agente, ante la falta de cortesía de Sthepanie.

- Ese de allí es Thomas, el antropólogo forense encargado del grupo de trabajadores de Castle.

- Ella es Melinda, y junto con David, se encargan de analizar los restos que nos permiten identificar los distintos escenarios de los casos.

- Hola Booth- me dijo David estrechándome la mano

- Te vas a cansar enseguida de nosotros –me dijo Melinda entre risas. Parecían agradables, quizás, después de todo, no iba a estar tan mal trabajar con ellos.

- Y por último, aunque no menos importante, mi mano derecha, Morgan, se encarga de analizarla mejor manera de contactar con los medios y con el sospechoso para que todo pueda tener un buen final.

- Encantado Morgan.

- Lo mismo digo Booth.

- Pues bien, echas las presentaciones, empecemos a trabajar chicos.

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