domingo, 25 de abril de 2010

CAPÍTULO I (SEGUNDA PARTE): COMENZANDO

- Agente, parece ser que la víctima murió ahogada hace unas seis horas.
- Así que murió sobre las 2 de la madrugada…. – dijo la agente, un poco dubitativa.
- Bueno, pues sabida la hora, ¿podemos hablar ya con Jon?- pregunté yo. No me parecía que hubiese sido él, pero necesitábamos algo para poder seguir con él caso, algún hilo del que tirar, y quizás él supiese algo.
- Ahora si Booth, con la hora de la muerte de la víctima podemos intentar ver donde estaba Jon y corroborarlo. Voy a llamarlo, creo que antes estaba por aquí para ver como iba todo.
- Jon, puedes venir, queremos hacerle algunas preguntas- dijo la agente de mala gana.
- Claro, no hay problemas, me gustaría ayudar en la medida de lo posible en la investigación.
- Pues entonces díganos donde estaba sobre las 2 de la madrugada, señor Steven- le dije yo.
- En la parroquia, tenía hoy una misa y la noche antes siempre me quedo allí preparándola.
- ¿Hay alguien que pueda confirmarlo?
- Como comprenderá señor, ha esa hora no suele quedar nadie en la iglesia, solo me quedo yo, así que no, no tengo coartada, pero le prometo que yo no fui.
- Yo no dudo de usted señor pero comprenda que hasta que no tenga más datos es usted el principal sospechoso, así que intente no salir del país.
- Descuide señor, no voy a ir a ninguna parte.
Me aleje de la zona. Teníamos que darnos prisa en obtener la prueba de ADN, si llegaba a oídos del asesino que la policía y el FBI andaba tras él, nos iba a ser más complicado atraparlo.
- Thomas, necesito que te encargues de obtener el ADN de la joven, hemos podido obtener un pelo de la joven, con eso te bastará. Lo necesito para esta tarde, es urgente- le dijo Sthepanie. Por un momento me recordó tanto a Bren, su implicación en el caso, su deseo de obtener pruebas tangibles…. ¡Como la echaba de menos!
- Estará para el termino de la mañana Sthepanie.
A las doce de la mañana ya teníamos las pruebas de ADN. Thomas era un genio, trabajaba a destajo, y no paraba hasta que no veía una respuesta clara al problema.
Se trataba de Cristine Hund, una joven profesora de educación física secundaria del International School del pueblo.
Tras informárseme de quién era la víctima, le pedí a la agente que me dejase hablar con John, para saber si la conocía. Ésta me lo permitió, pero no sin antes avisarme que tuviera cuidado con lo que decía, que esto no era América, y estaba bajo su responsabilidad, con lo cual, debía evitar hacer cualquier cosa que pudiera arruinar la investigación.
No me gustaba mucho el modo con el que a veces me solía tratar, ¿con quien se creía que estaba trabajando?, ¿es que soy un niño al que hay que indicarle todo para que lo haga bien y no se equivoque? Sabía hacer bien mi trabajo y odiaba que me dieran órdenes, ya estaba bastante crecidito para eso.
- Señor Jon, ¿podríamos vernos dentro de una hora, necesito hacerle más preguntas sobre el caso?- pese al tono de la agente al hablarme, no se negó a facilitarme un número de teléfono para poder contactar con Jon.
- Claro señor, venga a la parroquia, allí podrá encontrarme.
Al llegar allí vi al señor Steven, estaba esperándome.
- Bienvenido a la casa del dios, señor Booth.
- Gracias padre. Necesito saber si conocía usted a Cristine Hund.
- Si señor, claro que la conozco. ¿A que viene esa pregunta?
- Siento comunicarle que la mujer que usted encontró muerta era ella.
- No puede ser, pero si era muy joven. Era una fiel feligresa. Su familia llego al pueblo hace 15 años, y se introdujo muy bien en la comunidad. La joven era un ángel, una chica muy dulce, no andaba en problemas, todos la teníamos por una gran chica. De ahí que quiera colaborar, me ha entristecido mucho su muerte. Dios siempre hace las cosas con un fin, por eso sé que se la ha llevado porque tendrá otro destino encomendado para ella. Seguro que está en el paraíso con los ángeles.
- ¿Sabía si había alguien que tuviese algún conflicto con ella?
- No señor, como ya le he dicho, Cristine era una joven muy centrada y muy madura, todo el mundo la adoraba. Lo único que sé es que no mantenía mucho contacto con su hermanastra Jenniffer Swann, al parecer tenía tan mal carácter que había causado varios enfrentamientos con diversos miembros de la familia, entre ellos, Cristine.
- Así que Jenniffer causaba problemas en la familia… Interesante- dije yo, la verdad es que la historia se ponía muy atractiva- Y, ¿tiene usted conocimiento de si la joven tenía novio padre?
- Si, salía desde hace algún tiempo con Robert Jones, entrenador personal, un joven muy agradable.
- Muchas gracias por toda la información padre, me ha sido de gran ayuda.
- Es un placer colaborar, Cristine era una gran persona, y se debe de hacer justicia.
Con las ideas un poco más claras sobre la víctima, la agente y yo decidimos ir al International School para averiguar más datos sobre la víctima, pues ahora parecía que la sospechosa podría ser la hermanastra, aunque no nos terminaba de encajar, ya que habíamos comprobado su coartada y la joven había estado el día de la muerte de la hermanastra en casa de una amiga celebrando pasando la noche.
En el instituto, nos atendió el director, quien nos informó que Cristine era una joven muy activa, de mente muy abierta. Tenía dos grandes amigos, Estefany Meyer, actual estudiante de derecho, que era amiga de la víctima desde la infancia, crecieron juntas y vivieron toda su adolescencia y madurez juntas, y Riley, íntimo amigo de la joven, según el director, parecía que entre Cristine y Riley no habían secretos, lo sabían todo el uno del otro.
Con tanta información y nada claro, andábamos un poco perdidos, así que decidimos volver a analizar el cadáver de la joven. Melinda, que también se encargaba de la parte de análisis de los huesos, necesitaba que se extrajera toda a piel para poder estudiarlos, pero al empezar con la retirada, se dieron cuenta que se habían pasado algo por alto: la víctima tenía debajo de una uña lo que parecía ser un poco de piel. Esto fue una gran revelación, pues no podía dar una idea de la última persona que estuvo con la víctima, para lo cual volvieron a hacer una prueba de ADN. Las pruebas arrojaron datos sorprendentes, por lo que la agente me propuso ir a registrar la casa de la víctima, haber si de ese modo encontrábamos alguna otra prueba.
La casa era muy grande, y estaba completamente decorada con cuadros de naturaleza, mares embravecidos, bosques frondosos, caballos galopando en plena naturaleza… Tenía dos plantas, comunicadas por una escalera de caracol, y… ¡¡ESTABA COMPLETAMENTE LLENA DE SANGRE!!
Al registrar un poco más dimos con un vaso con zumo de naranjas lleno de huellas dactilares. Mandamos una pequeña muestra al laboratorio, y el resultado fue escalofriante: el zumo estaba envenenado con solanina. Las huellas del vaso de zumo pertenecían a dos personas diferentes, una era la víctima y la otra estaba un poco confusa. Así que todas las pruebas parecían indicar que había una persona suelta que había envenenado a la víctima, aunque no sabíamos muy bien si la víctima tomó o no ese vaso de zumo, pero no podíamos pasar por alto las manchas de sangre, pues quizás el sospechoso no la mató.
Para tratar de clarificarlo todo, extrajimos una pequeña muestra de sangre de cada sospechoso (Jon, aunque sabíamos que él no había tenido nada que ver; Jenniffer, pese a que tenía una coartada; Estefany; Riley y Robert) e identificamos sus grupos sanguíneo. Uno de ellos coincidía perfectamente con el de las manchas de sangre de la casa de la víctima. Pese a ser totalmente contradictorio según la información que teníamos de él por Jon, parecía que el asesino era Robert, por lo que sólo nos quedaba tratar de averiguar si la víctima había tomado ese zumo envenenado, para lo cual Melinda hizo un análisis del contenido estomacal de Cristine, que dio positiva.
Obtenidas todas estas pruebas estaba claro que el sospechoso era Robert, así que lo apresamos, y tras un largo interrogatorio nos contó lo ocurrido:
“Cristine, era una joven profesora de educación física amante del deporte. Un día, Riley, su mejor amigo, le propuso que se apuntara con él a mis clases de entrenamiento personal, y ella aceptó. Así, día tras día, nuestra relación se iba haciendo más estrecha, hasta que acabamos haciéndonos pareja. Pero yo soy una persona muy celosa, y me molestaba mucho como la trataba Riley, sin embargo, ella siempre me dejaba claro que entre era su mejor amigo, casi como su hermano, y que nunca ocurriría nada entre ellos dos, que solo yo la pertenecía.
Así pasaron los meses. Yo cada vez me ponía más celoso, hasta que ese día ocurrió lo que nunca debió ocurrir: fui a recoger a Cristine del trabajo y ví como Riley la esperaba en la puerta y la besara, sin que ella se negara.
Esto me molestó tanto que pensé en darle un pequeño susto a mi novia. Deje en nuestra casa (vivíamos juntos desde hace un par de meses) un zumo de naranjas, al cual le había añadido unas cuantas gotas de solanina, junto con un ramo de rosas, y me fui a esperarla detrás de la casa, en el jardín, donde ella no pudiera verme. Cuando ella llegó, cansada de dar clases, y vio el zumo de naranjas, no se lo pensó dos veces y se lo bebió.
Viendo que no le producía ningún efecto el zumo, pensé que había fallado en el intento de asustarla y decidí entrar para hablar con ella y que me explicara lo que había visto. Al final, acabamos haciendo las pases, ella m dijo que fue un pequeño desliz, que no volvería a ocurrir, y yo, como la quería tanto, la perdone. Sin embargo, al cabo de nueve horas, cuando ya estábamos durmiendo, se levantó porque se encontraba mal. Yo no creía que fuese nada importante, así que me quedé en la cama. Pero, de repente, escuché un ruido ensordecedor, y cuando me levanté, vi que se había caído por las escaleras, se había dado un golpe en la cabeza, y había provocado un gran charco de sangre a su alrededor. Yo, asustado, destrozado ante la muerte de mi novia y viéndolo todo lleno de sangre, decidí taparla y llevármela para tirarla al cabo, donde yo creía que sería más difícil localizarla”.
- Vaya primer caso me ha tocado, un novio celoso intenta matar a su mujer y lo que creía que había sido un intento fallido, se convierte en su muerte. No creía que fuese Robert el culpable de su muerte, parecía un chico sensato.
- A si es Seeley, como dice el dicho, “nada es lo que parece”
- No, ya lo creo que no- dije yo.

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