El amor es un día de primavera, tan pronto sale el sol, y sus rayos iluminan la vida haciéndola alegre, esperanzadora, como de pronto se nubla y se queda el mundo en la más absoluta penumbra, tiñéndolo de gris, de una enorme tristeza.
Así me había sentido durante los últimos cinco años al lado de Brennan. Mi vida no había sido un camino de rosas a su lado precisamente; se había convertido en una montaña rusa que no tenía intención de pararse. No sabía como salir de ella, el camino era tan abrupto y escarpado que no había forma de llegar a ninguna parte, me veía confinado a seguir dando vueltas en aquella montaña rusa. Parecía que ese era mi destino, pero yo intentaba luchar contra viento y marea por salir de allí, por ver la luz segadora de ese sol de primavera.
La marcha de Bones me había dejado muy dolido, nunca pensé que fuese capaz de irse sin más, aunque cuando me lo explico entendí sus motivos, no era necesario ser tan radical, yo podía apartarme de ella si era lo que quería y podía tomarse unos días de descanso para replantearse si lo que hacía en su trabajo le resultaba satisfactorio o no, pero marcharse durante un año a las islas Maluku era demasiado. Pese a que trate de hacerle comprender que no había motivos para irse, ella ya había tomado una decisión, y, normalmente, éstas eran inquebrantables, por lo que no insistí demasiado, sabía que no había nada que hacer. Por eso decidí irme junto al ejército para entrenar a otros soldados, no tenía sentido quedarme si ella no estaba. En un principio rechacé la oferta, no me apetecía volver, era una etapa de mi vida de la que tenía malo recuerdos, era una puerta ya cerrada, además, me encontraba muy bien trabajando para el FBI, y podía ver a mi hijo siempre que quisiese.
Fue precisamente él, quien me hizo verlo de otro modo, me hizo comprender que mis aptitudes y lo que había aprendido de mi trabajo podía ser de gran ayuda para otras personas, así que tomé la decisión de aceptar la oferta, ya que tampoco quería ver como Bones se marchaba y yo me quedaba allí para ayudar a resolver casos a otra persona que la sustituyese. No podría soportarlo.
Desde que conocí a Brennan me había quedado prendado de su belleza, su inteligencia, su forma de ver el mundo. Pese a ello mi subconsciente trató de negarlo. En algunos casos esa parte de nuestra mente elimina aquello que nos ha causado o puede causarnos algún daño, por ello este sentimiento vivía en algún rincón de mi mente esperando ser rescatado. Ese momento llegó con mi entrada en coma. Durante esos cuatro días en los que estuve debatiéndome entre la vida y la muerte, mi mente sacó a la luz mi deseo mejor guardado, una vida junto a Bones. Tras mi despertar me di cuenta que todo había sido fruto de mi estado de salud, pero mis sentimientos estaban ahí, al descubierto, y eso me hacía mucho daño. Intentaba acercarme poco a poco a ella, pero se negaba a dejarse llevar, estaba demasiado dolida, no había tenido una vida demasiado fácil, y esto le había llevado a crearse una coraza muy difícil de atravesar. Sweets me hizo darme cuenta que debía luchar por ella, y eso hice, pero todo se volvió más duro de lo que había sido hasta entonces. Brennan se negaba a abrir su corazón, decía que no quería hacerme daño, pero ya el daño estaba hecho. Traté de rehacer mi vida, pero no podía, sólo pensaba en ella, me irritaba verla con otro hombre, no podía vivir así
Por todo esto, pese a no estar muy de acuerdo en un principio con la marcha de Bones, he reflexionado y me he dado cuenta que este período nos puede venir muy bien a los dos. Estando un año sin vernos podremos ver con más claridad nuestros sentimientos. A Bones le va a venir muy bien, es lo que necesitaba, y yo trataré de desconectar un poco durante este año, se me va a hacer muy duro, pero sé que esto es por el bien de los dos, solo de este modo quizás podamos empezar una relación con perspectiva de futuro.
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