Debía averiguar todo cuanto pudiese antes de que acabase la semana. Bajé de aquella especie de nube, en la que me sentía tan a gusto y protegida, para analizar lo sucedido.
Gracias a mi trabajo aquella mañana sabía que la víctima era un hombre blanco, de mediana edad, y de metro y medio. El equipo que teníamos en las instalaciones era muy básico y no habíamos podido identificar el cadáver. Cotejé todo lo que tenía con la base de datos de personas desaparecidas en las últimas doce horas, que era el tiempo que estimamos que llevaba la víctima muerta. Encontramos unas cien personas en esa lista, todas ellas americanas, lo que nos reducía bastante su identificación: la víctima tenía que ser americana. Pero no había podido saber nada más, necesitaba a Ángela para que hiciese una reconstrucción del cráneo, a Hodgins para que analizase algunas partículas que habíamos encontrado incrustadas en el cuerpo de la víctima y a Cam para que hiciese una prueba de ADN, pero no era posible, no los tenía conmigo para que me ayudasen. Tenía que hacerlo sola, pero yo era antropóloga forense, no sabía nada de partículas, ni de reconstrucciones y mucho menos de la parte orgánica de las víctimas. ¿Por dónde empezar cuando te encuentras sola, sin nadie que te ayude en momentos difíciles? En mi mente empezaron a formarse imágenes provenientes del recuerdo de lo que sucedió hace ahora más de un año…
Ese día habíamos encontrado una víctima con unos zapatos rojos, cuyos pies, aun estando muerta, se movieron. Ángela y Hodgins cogieron muestras de la zona y de camino hacia el Jeffersonian, Hodgins infringió las normas de circulación y fue encarcelado junto con Ángela. En aquella ocasión ellos nos proporcionaron sus conocimientos a través de la red, mediante la Web Cam.
¿Qué ocurriría si les pedía ayuda igual que aquella vez? ¿Me pondría en riesgo si les contaba lo sucedido? ¿Cómo averiguaría la verdad sin contar con ellos?
Los necesitaba, no podía hacerlo yo sola, así que debía hablar con ellos para que me ayudasen.
Br- Ángela, ¿Estás ocupada? Necesito hablar contigo.
A- No, ¿qué ocurre?
Le conté todo, desde la conversación mantenida con Erik y el descubrimiento de la víctima hasta el consejo de Booth de alejarme de allí y su aceptación a verlo dentro de una semana.
Br- Necesito que me ayudes, pero Booth no debe saberlo, no quiere que me involucre demasiado en el caso por temor a que me hagan daño.
A- Cielo, Booth lleva razón, debes alejarte de allí y dejar el caso, si sospechan de la muerte del americano van a ir a por ti.
Br- ¿Tú también con las suposiciones Ángela?
A- No es una suposición, estás en peligro Brennan. No puedes pedirnos que te ayudemos es semejante cosa.
Br- Si no me ayudáis lo haré sin vosotros. Necesito saber quien era la víctima y porque motivo estaba cerca de nuestras instalaciones.
A- Brennan, por favor, no lo hagas, es muy peligroso.
Br- Ángela, compréndeme, si estoy en riesgo quiero saber quien va tras de mí. Necesito que me ayudéis, yo sola voy a tardar mucho más en saberlo todo.
A- Lo que me pides es una auténtica locura, pero eres mi amiga y no puedo dejarte sola, así que cuenta con mi ayuda y con las del resto del equipo, los convenceré para que te ayuden.
Br- Muchas gracias Ángela, sabía que podría contar contigo. Yo… -le dije mientras se me escapaba un bostezo- necesitaba tú apoyo y vuestra ayuda.
A- Cielo, ha sido un día duro, descansa y mañana te llamo para ver `por donde empezamos. Yo, mientras tanto, voy a poner al corriente al resto.
Br- Si, me vendrá bien desconectar un poco, y no te preocupes,- le dije yo adelantándome a lo que parecía una serie de recomendaciones sobre lo que debía o no debía hacer- tengo dos policías que me protegen durante todo el día.
A- OK, entonces hasta mañana Bren.
Br- Hasta mañana Ángela.
Colgué el teléfono y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Miré a mí alrededor y vi la ventana de mi habitación abierta.
Que raro, yo la cerré ésta mañana antes de irme y no la he vuelto a abrir- me dije a mi misma.
Me disponía a cerrarla cuando vi un sobre, sobre la almohada de mí cama. Las palabras de Booth empezaron a resonar en mi cabeza: “Estás en peligro”.
Me deslicé sobre la cama y abrí el sobre:
“No nos investigues, deja de buscar pruebas.
Tus amigos tienen razón, estás en peligro.
O dejas las cosas como están o ellos se verán en serio peligro”
Tus amigos tienen razón, estás en peligro.
O dejas las cosas como están o ellos se verán en serio peligro”
Solté el sobre y un grito de angustia, dolor y ansiedad salió de mi garganta. ¡No podía ser, me habían puesto escuchas telefónicas!
Ahora lo sabían todo, debía estar acercándome porque se habían asustado y habían dado un paso que, seguro, no entraría en sus planes.
No sabía que hacer, mis amigos era lo único que tenía junto con Russ y mi padre, no los pondría nunca en peligro, pero no podía vivir toda la vida sabiendo que alguien iba tras de mí, no estaría tranquila. No podía seguir así, me estaba asustando, empezaba a pensar que lo que Booth y Ángela decían era verdad.
De repente empecé a no poder respirar, me estaba asfixiando. Me tumbé en la cama mirando hacia arriba para dejar libre los pulmones, algo que aprendí gracias a mis diversas expediciones y de lo que, en estos momentos, estaba muy orgullosa. Llamé a la policía, que se encontraba flanqueando mi puerta, mediante un aparato facilitado por el propio FBI. Cuando entraron y vieron la situación decidieron avisar al médico del cuerpo, pues no querían arriesgarse a salir cuando sabían que la persona que había entrado en mi habitación podía seguir por los alrededores.
Al cabo de media hora el doctor me había examinado y dado su diagnóstico: se trataba de un cuadro de stress y ansiedad. Me indicó que debía permanecer en la más absoluta tranquilidad y que no debía exponerme a ningún sobresalto, pero yo sólo pensaba en como solucionarlo todo.
Fuesen quienes fuesen los que andaban detrás de todo esto, no me iba a dar por vencida, hallaría el modo de investigarlos son poner en peligro a mis amigos.
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