lunes, 6 de mayo de 2013

BRAIN HEART: Capítulo 9


Richard y Kate estudiaban toda la información que la comisaría había conseguido recopilar sobre el asesinato de Helen. Richard observaba a Kate sentado en la silla que los detectives le habían dado junto al escritorio que le habían facilitado a ella. Parecía distraído contemplándola, observando como jugaba con un mechón de su pelo. Lo suyo no es el papeleo, es algo que odia de su trabajo, no podía creer que fuese a seguir con ello en aquella comisaría. Él no estaba hecho para eso además, no podía apartar la mirada de ella mientras veía como seguía enfrascada entre informes.

- Señor Rodgers, le recuerdo que nos pidió colaborar con nosotros y quiero creer que era para ayudarnos a resolver el asesinato de Helen – le dice el detective Esposito viendo como no ha hecho nada desde que llegó.

- Estaba pensando en el caso – dijo intentando salir del paso.

- ¿Se te ha ocurrido alguna idea, Richard? - le preguntó Kate con cierta curiosidad

- La nota que recibimos esta mañana – le dijo mientras se levantaba de la silla y comenzaba a caminar por la comisaría – Si la analizamos, estoy seguro que no nos llevará a Tom.

- ¿Cómo lo sabe? - le preguntó un incrédulo Ryan.

- Sería demasiado arriesgado por su parte dejarnos una nota puesto que nos llevaría directamente a él.

- Pero en esa nota dice que no es quien pensamos – dijo Kate – Eso quiere decir que aunque nos llevase hasta Tom, puede que no fuese él

El fragmento de papel había hecho que Kate empezase a cuestionarse la implicación de Tom en el caso de su amiga.

- Aun así, aunque no fuese él, estaría implicado como cómplice puesto que conocería al asesino.

- Le llevaremos la nota a Lanie – al ver la cara de desconcierto de Richard, se apresuró en aclarar – Es nuestra forense, una de las mejores en su campo. Ella nos dirá si hay alguna muestra o huella en la nota que nos pueda llevar hasta la persona que lo escribió.

- Ustedes, mientras, sigan revisando informes – les dijo Ryan contento de que por una vez no le tocase a él ese trabajo.

Tras cerrarse las puertas del ascensor y quedarse ellos dos solos, Richard volvió a sentarse.

- ¿Realmente piensas que no fue Tom?

- Yo no me dedico a esto, Kate, pero tengo mis teorías.

- Si algo he aprendido gracias al trabajo de mis padres es que las teorías no nos llevan a ninguna parte, Rick – un suspiro salió de sus labios. Empezaba a sentirse frustrada.

- Pues vamos a tener que conformarnos con las teorías, porque de momento no tenemos pruebas – tras una breve pausa en las que los dos se mantuvieron la mirada, como si uno desafiara las ideas del otro, Richard continuó – Por lo que me has contado y tus sospechas, Tom os conocía bastante bien tanto a Helen como a ti, sabía que ella era más manipulable que tú y, según me has dicho, por eso crees que se fijó en ella. Si eso es cierto, Tom sabría que si dejaba una nota en la puerta de tu casa, todos los ojos se centrarían en él. No lo creo tan estúpido como para hacer algo así.

- Pero si no fue él... – le dijo Kate que comenzaba a verle sentido a la teoría de su amigo - ¿Quién fue? No recuerdo que Helen me hablara de nadie más que no de fuese Tom. ¡Si ni siquiera sabía el nombre de sus padres!
¿Quién? ¿Helen? Eso es imposible. Ella sería incapaz de mentir. No tenía muchas amigas y me convertí en su paño de lágrimas. No creo que me ocultase nada, solía contármelo todo, cada acontecimiento nuevo, cada día en su trabajo en ese centro de estética,...

- No Richard, yo no ocupaba todo su tiempo. Helen era maquilladora profesional y muy buena. Un día que pasaba por Lexington Avenue la vi trabajando. Yo la conocía de haberla saludado un par de veces después de encontrármela al llegar a casa. Cuando observé como trabajaba, le pedí que me maquillase para los actos oficiales, hasta que, con el tiempo, se acostumbró a lo que yo quería y yo me acostumbre a ella, así que se convirtió en mi maquilladora.

- ¿Recuerdas que te hablara de alguien en especial de aquel trabajo?

- No. Helen solía decir que el trabajo se queda en el trabajo, y eso incluía a sus compañeros. Jamás me habló de alguno de ellos y yo no la presionaba. Dejaba que me contase lo que quisiese, solo así se mostraba más abierta, más comunicativa.
Richard se pasó las manos por el pelo, desesperado. Todo este caso empezaba a resultarle una gran pesadilla que parecía no tener final. Creía que poniéndolo en manos de la comisaría todo iría más rápido, pero se estaba empezando a dar cuenta que allí estaban más perdidos de lo que lo estaban ellos dos. Ya no sabía hacia donde seguir, necesitaba un descanso.

- ¿Te apetece un café? - le preguntó a Kate mientras se levantaba.

- No me vendría mal. Te espero en aquella sala – le dijo señalándole una habitación, alejada de todos los escritorios, que parecía tranquila – Yo también necesito un descanso y no creo que a los detectives les importe que nos tomemos un café mientras ellos siguen hablando con la forense.

Richard se dirigió hacia la máquina y espero a que los cafés estuviesen hechos. Sabía que estarían horribles, pero mejor era eso que nada.

- Toma – Kate cogió el café rozando suavemente su mano con la de Richard, lo que a él le produjo una descarga de emociones que en ese momento le venía grande.

- Gracias, Rick – le dijo antes de probarlo.

Intento poner buena cara cuando sus labios rozaron aquel café,pero a él no le engañaba.

- No está mal.

- Si estuviera peor estaríamos en el hospital con un gran dolor de estómago. Esto está asqueroso, Kate.

- Tienes razón, no hay quien se lo beba – dijo riéndose, contagiándole la risa a él.

Richard sonrió viendo a su amiga relajarse. Desde la muerte de Helen, Kate parecía no bajar la guardia en ningún momento, y esos escasos segundos en los que lo hacía, para él era lo mejor del mundo.

- Es muy divertido el caso, ¿verdad? Les dejamos solos unos minutos y se ponen a charlar y a tomar café. ¿Para esto nos hicieron perder el tiempo? - les recriminó Esposito. Su enfado era tal que parecía echar humo.

- Perdone, solo intentábamos ver con claridad. Tantos informes es abrumador y nosotros no estamos acostumbrados a esto, no somos detectives – se apresuró a decir Richard.

- Eso lo hubiesen pensado antes de pedirnos colaborar. A no ser que quieran irse a sus casas... - les dijo Ryan con la clara intensión de deshacerse de ellos, se le estaba agotando la paciencia.

- No sé preocupe que no volverá a ocurrir – le respondió Kate antes de lanzarle una fulminante mirada a Richard – Nos podremos a trabajar de inmediato.

- Eso espero... - dijo en un suspiro el detective Esposito.

Durante algo más de tres horas los cuatro siguieron estudiando informes y documentos sin hallar nada esclarecedor. El sonido del teléfono de Esposito les hizo dejar lo que estaban haciendo.

- Es Lanie – dijo dirigiéndose a su compañero una vez hubo terminado la llamada – Quiere vernos, y esta vez iremos todos – se giró dirigiendo su mirada a Kate y Richard, quien le devolvió la mirada encogiéndose de hombros.

Cuando bajaron a la morgue, Richard se sobrecogió por ese olor a productos químicos que él sabía que debía ser para conservar las muestras y que no se deteriorasen. El aire estaba muy cargado y eso le fatigaba.

- ¿Estás bien? - le preguntó Kate viendo su pálida cara.

- Si. Es este olor, me da escalofríos.

- ¿Y tú eres el doctor? Creo que lo tuyo era escribir pero te equivocaste de vocación – dijo burlándose de él.

- Si, tu ríete lo que quieras, "Kate la que no le da miedo nada y es capaz de todo" - dijo haciendo con las manos las comillas en el aire.

Lanie los esperaba impaciente con el cuerpo de Helen en la camilla ocupando el centro de la habitación junto con multitud de instrumentos quirúrgicos como bisturís, pinzas, cuchillos de disección, tijeras,...
Al verlos entrar dejó lo que estaba haciendo y se fijó en la joven que había visto en la escena del crimen y ese perrito faldero que iba tras ella. "No está nada mal" pensó escapandosele una sonrisita.

- ¿Qué has averiguado Lanie? - le apremió Esposito.

- ¿No nos presentas? Que maleducado puedes llegar a ser a veces, Javi. Soy la medico forense Lanie Parish – les dijo con una sonrisa.

A Kate esa mujer le transmitía seguridad. No recordaba haberla visto antes, aunque tal y como estaba cuando encontró a Helen, no le extrañaba que hubiese estado allí y no la hubiese visto.
Esa sonrisa y su divertida expresión hizo que inmediatamente tuviese una buena impresión de la forense. "Puede que incluso, en otras circunstancias, hubiésemos llegado a ser buenas amigas" pensó.

- Kate Beckett. Era amiga de Helen.

- Lo siento – dijo inmediatamente borrando la sonrisa de su cara.

- Y yo soy Richard Alexander Rodgers, aunque puedes llamarme Richard. Tengo un nombre demasiado largo, mi madre creía que era de la realeza, pero se ve que se equivoco – dijo provocando la risa de todos, relajando un poco el frío ambiente que se había creado minutos antes.

- Ya que os habéis presentado, ¿podemos seguir trabajando?

- Que cascarrabias estas hoy, Javi – sin esperar a que la interrumpiese, se reclinó sobre el cuerpo de la víctima haciendo que todos centraran su atención en ella lo que a Kate le produjo un gran escalofrío. Richard, que permanecía atento a ella en todo momento, la rodeo con su brazo lo que no pasó desapercibido para Lanie – Cuando encontramos su cuerpo, debido a la fuerte hemorragia interna que había sufrido en el cráneo y la cantidad de sangre que perdió, pensé que quien la asesino pudo haberlo hecho sin la intención de matarla, que hubiese sido un accidente y por temor, hubiese huido. Sin embargo, he analizado el cuerpo de la víctima y no fue un accidente. Hay pequeñas muestras de forcejeo en su cuerpo que el asesino trato de ocultar con maquillaje – dijo señalando marcas en las muñecas y los tobillos – Además, hay pruebas de que la víctima mantuvo relaciones sexuales poco antes de su muerte.

- ¿Quieres decir que...? - preguntó Kate incapaz de formularlo en voz alta.

- Si, Helen Maughman fue violada y luego asesinada – completó Lanie.
Kate se volvió y se quedó frente a Richard quien la envolvió con sus brazos mientras ella se deshacía en lágrimas. Su cuerpo temblaba siendo incapaz de controlarlo mientras recibía las suaves y dulces caricias de su amigo. Richard sentía que un puñal se le clavaba en el pecho viendo a Kate así. Rara vez se deshacía de esa dura coraza que la envolvía y se mostraba vulnerable como lo estaba haciendo ahora, y él no sabía que hacer cuando la veía así, no estaba acostumbrado.
Cuando todas las lágrimas contenidas salieron de sus ojos, se sintió con fuerzas para retirarse del pecho de Richard y mirarle fijamente a los ojos en muestra de su agradecimiento.
Se giró, aun rodeada por la cintura por los brazos del doctor y se dirigió a Lanie.

- Perdona, pero esto no es fácil para mí.

- Lo estás llevando mucho mejor de lo que esperaba cuando he sabido que eras su amiga. No tienes nada por lo que disculparte – le dijo con una media sonrisa, la cual le contagió, algo que agradeció profundamente.

- ¿Sabes algo más? - le preguntó Kate.

"Ya vuelve la dura Kate. Esa mujer es increíble" pensó Richard mientras afianzaba aun más sus brazos alrededor de ella.

- He analizado la nota que encontraste en la puerta de tu casa – dijo dirigiéndose a otra mesa donde tenía la nota bajo una gran lupa – He comprobado las huellas que hay en ella con la que le tomamos a Tom y no coinciden.

- Lo sabía – dijo para sí mismo Richard.

- La he cotejado con la base de datos pero no aparece. El responsable de esta nota no tiene ningún antecedente así que de momento no he podido dar con él.

- Gracias Lanie – le dijo Ryan – Avísanos cuando tengas algo nuevo – todos se dirigieron a la puerta para volver a lo que minutos antes estaban haciendo.

- Kate, puedes quedarte un momento – le dijo antes de que se marchara.

Kate intercambió una mirada con Richard y este asintió – No hace falta que te quedes, Richard. Solo serán unos minutos.

Después de unos segundos en los que ambos parecían comunicarse con los ojos, Richard se fue junto con los detectives, dejando a Kate con Lanie.

- No te preocupes, no es sobre Helen.

- ¿Sobre qué es entonces? - Kate no entendía que querría una desconocida de ella.

- ¿Estáis saliendo? - ante la mirada de sorpresa de Kate, se apresuró en aclarar – Richard y tú.

- ¡No! ¿Por qué has pensado eso?

- Por vuestra complicidad, vuestras miradas, saltaban chispas entre vosotros. Además, está esa forma que tiene Richard de cuidarte, es como si te adorara. Le gustas, Kate.

- ¿Cómo lo sabes? Además, ¿que te importa si le gusto o no?

- Ey chica, no te pongas así que yo solo pretendía ayudarte. El chico no está nada mal y pensaba que estaría libre, pero cuando os vi a los dos, supe que estaba pillado.

- Yo... solo somos amigos.

- Yo te digo que le gustas, y mucho. Haz la prueba, verás como no me equivoco.

- ¿A qué te refieres?

- Sé que a ti también te gusta, es evidente con la cara que se te pone cuando lo miras, te brillan los ojos. Dile lo que sientes y ya me contarás.

Lanie le guiñó un ojo antes de volver a su trabajo, dejando a Kate completamente descolocada. 

"¿Será verdad lo que Lanie dice?" se preguntaba mientras caminaba hacia el ascensor de camino a su escritorio. "Sentirá Rick algo más por mí que no sea una simple amistad?" Ella no se veía capaz de expresar lo que sentía, pero Lanie le había hecho dudar de los sentimientos de él hacia ella y ahora no podía quedarse con las dudas.
No sabía cuanto tiempo hacía que sus sentimientos hacia él habían cambiado, pero ya no lo veía como un simple amigo y necesitaba conocer sus sentimientos. Hallaría el modo de averiguarlo, pero ahora debía volver al trabajo.

BRAIN HEART: Capítulo 8


Diversas imágenes se apoderaban de su mente desquiciándolo, haciéndolo vulnerable. Sentía que algo lo invadía completamente, despojándolo de aquella felicidad en la que había vivido los últimos meses. Parecía poder ver todos aquellos reproches y exasperación a cada momento y eso le resultaba doloroso. No comprendía como había podido llegar a esa situación, como había bajado la guardia, como se había vuelto loco por ella. No se perdonaba el hecho de ser tan vulnerable, él no era así. ¿O quizás sí? Ya nada tenía sentido, nada le hacía volver a querer seguir adelante. Ahora ya no quería volver a aquella vida en la que había estado sumido durante tantos años; ya no, no más. Y allí estaban de nuevo aquellas discusiones en las que le pedía que se implicase más en la relación, que no pretendiese que le dieran todo si él no daba nada; ahora lo lamentaba. En su día no comprendía que quería decir con eso, para él esa relación era algo nuevo y lo estaba dando todo, pensaba. Pero ahora se daba cuenta que no era así, que su maldito pasado era un lastre demasiado pesado con el que ni e
él mismo podía.

Se sujeta la cabeza con las manos, siente que todo le da vueltas, no es capaz de pensar con claridad. Se deja caer en el sofá mientras la desesperación y el dolor se apoderan de él. Siente que el mundo se le cae encima, que lleva con él un peso demasiado grande que no puede compartir con nadie, y eso le atormenta.

El miedo se abre paso ante él, un intenso terror que le produce escalofríos. Miedo a perderse y no encontrar la salida, miedo a no volver a experimentar aquellas sensaciones que durante estos meses había descubierto, miedo al vacío que sentía en su interior. Miedo a no volver a vivir, ahora que sabe que antes no vivía, sino que sobrevivía. No quiere una existencia como la de antes, ahora por su culpa sabe lo que es la vida y no quiere otra cosa que no sea esa.

La angustia se hace patente como un gran puñal que la atraviesa el corazón. Cree desfallecer mientras su cerebro sigue a mil por hora, incansable, procesando todo lo sucedido estos últimos días. "La vida es como una gran montaña rusa. Si te quedas observándola, una sensación de vértigo te invadirá. Debes ser valiente y tomar la decisión de montarte en ella, de recorrerla. De ese modo, aunque sigas sintiendo vértigo, este se irá mitigando hasta que en algún momento puedas dominar esa sensación, siendo capaz de disfrutar de la experiencia". Sus palabras retumbaban en su cabeza una y otra vez, incesantemente. Ya no sabe qué hacer, los remordimientos lo carcomen. No tiene la conciencia tranquila y eso es algo que nunca le ha sucedido. Antes era capaz de dormir sin pensar en nada de lo que hubiese hecho, pero ya no puede.

Se levanta y comienza a dar vueltas por el salón siendo incapaz de tranquilizarse. Recuerda el contacto de sus cálidas manos sobre sus mejillas, esa sonrisa capaz de iluminar una ciudad en la oscuridad. Recuerda sus besos dulces y tiernos, apasionados e intensos. Besos llenos de amor, un amor que ambos se profesaban. Las lágrimas contenidas, arden en sus ojos. Ya no puede reprimirlas más y se deja ir. Es entonces cuando se promete que no va a dejar morir todo lo que ella le enseño, que era valiente, se montará en la montaña rusa y la recorrerá. Ya nada ni nadie le va a frenar, va a dejar los miedos a un lado y se va a enfrentar a la vida.

Caminan refugiados uno en los brazos del otro protegiéndose del frío mientras hablan de cosas triviales. El viento soplaba fuertemente en la ciudad de Nueva York, lo cual, unido a las bajas temperaturas y a las espesas nubes que amenazaban con descargar sobre la gran urbe neoyorquina, hacía presagiar que ese día gris no había hecho más que empezar.

- ¿Crees que podrás quedarte sola en casa sin meterte en líos? - ante la mirada reprobatoria de Kate que parecía decirle "¿Eso no debería decirlo yo?", se adelantó a aclarar – No quiero que vayas a investigar sola. Yo tengo que volver al trabajo. Tengo pacientes que atender, no puedo eludir mis responsabilidades, así que espero que no me lo pongas difícil, Kate. No quiero volver al trabajo y tener que estar preocupándome por ti. Así que, ¿te vas a quedar en casa sin hacer ninguna locura?

- Richard, no soy una niña pequeña; deja de tratarme como si lo fuera. Sé cuidarme yo sola, lo he hecho durante casi toda mi vida, creía que eso ya te había quedado claro. No tienes por qué preocuparte de mi, señor protector – le dijo burlonamente, aunque a él no pareció hacerle ninguna gracia.

- En serio, Kate, esto no es un juego... - iba diciendo mientras abría la puerta de la casa de Kate. Pero entonces, una pequeña nota apareció ante sus ojos dejándolo mudo.
Kate, que permanecía tras él, pudo notar como todos los músculos de su cuerpo se tensaban, como parecía haber dejado de respirar y había enmudecido. Nerviosa, se acercó a él poniéndose a su lado.

- ¿Estás bien, Rick? Ya te he dicho que no voy a salir de casa. No tienes porque ponerte así, yo... - Richard alzó su mano para hacerla callar mientras le indicaba con la cabeza en dirección al papel que aun permanecía en el suelo.

El corazón le dio un vuelco y por un momento se quedó petrificada. El terror se apoderó una vez más de su cuerpo intentando hacerse dueño de él. De nuevo volvieron a ella todas aquellas imágenes de lo sucedido en las escasas 72 horas pasadas desde que encontró a Helen asesinada.

El rápido movimiento de Richard la trajo de vuelta a la realidad, alarmada ante lo que su amigo pretendía hacer. Este se estaba agachando para quedar más cerca de la nota, pero ella fue más rápida impidiéndole que la tocase.

- ¿Es qué no has aprendido nada? - le preguntó inquisitivamente reprobándole con la mirada lo que había estado a punto de hacer - ¿No sabes ya que las pruebas no se pueden tocar? - le recriminó a un atónito Richard.

Kate entró en su casa y permaneció allí unos minutos mientras Richard la esperaba a la entrada. Cuando el doctor comenzaba a desesperarse, Kate llegó con unos guantes de látex.

- Esto es una prueba, Richard – dijo poniéndose a su altura, junto a la nota.

La recogió del suelo y la examinó con detenimiento – Parece que el que escribió esto no quiere que lo encontremos – dijo girando el trozo de papel para que quedase a la vista de su amigo.
Ante él, letras recortadas de periódicos y revistas se unían para dar lugar a un mensaje que hizo que todos sus sentidos se pusieran alerta.

No soy quien piensas. Esto es más peligroso de lo que crees. No sigas adelante.

Con determinación, Richard se puso en pie. Cuando Kate estuvo a su altura, se dirigió a ella.

- Kate, esto se nos escapa de las manos. No podemos seguir adelante como si fuéramos policías porque ninguno de los dos lo somos. Ya sé que Helen merece justicia – dijo adelantándose a lo que sabía que le iba a decir – pero no a costa de tu vida; ella no querría eso – Richard respiró hondo y, mirando a su amiga, espero pacientemente a que entendiese lo que estaba tratando de hacerle comprender – Te conozco, Kate. Sé que no quieres que otros hagan lo que tú has considerado tu lucha. Sé que no quieres que esos inspectores metan las narices en el caso y en tus sospechas, pero vas a tener que dejarles – hizo una pequeña pausa viendo como Kate sopesaba lo que le estaba pidiendo.

Viendo que no parecía oponerse, se dio cuenta que era el momento. "O ahora o nunca", pensó.

- Esto nos viene grande, Kate, Necesitamos contarles todo a los inspectores.

Kate sopesaba los pros y los contras de lo que Richard le estaba proponiendo: poner las cartas sobre la mesa. Había estado tan cegada en darle justicia a Helen que se había evadido de la realidad, sin darse cuenta que estaba cruzando el límite, que estaba sobre terreno resbaladizo y que si en algún momento daba un paso en falso, caería. Estaba cargando con el peso del mundo a su espalda con un sonrisa, sin pararse a pensar en lo que eso significaba. "No soy policía, soy actriz", se dijo. Aunque hubiese aprendido algo de ese mundo de las investigaciones de homicidios gracias al trabajo de sus padres como abogados criminalistas y a sus diversos papeles en alguna que otra serie de homicidios, su trabajo no era ese.

Comenzaba a sentir el dolor que horas antes había intentado guardar en un rincón para poder seguir adelante. Se sentía exhausta, toda la carga que llevaba a su espalda se estaba comenzando a notar. Fijó su mirada en Richard que le suplicaba, le rogaba, que delegara ese lastre en aquellas personas que son capaces de levantarlo. No podía seguir aferrándose a la idea de que podía con todo, no le quedaba otra alternativa que compartir lo que sabía, pero eso sería con sus condiciones.

Con resignación, asintió viendo como los ojos azules de Richard volvían a cobrar ese brillo que los hacía únicos y un amago de sonrisa parecía dibujarse en su rostro.

- Haré unas llamadas para que me sustituyan en el trabajo. Me tocará hacer turnos dobles durante algo más de una semana, pero no te dejaré sola – dijo más para si mismo que para ella.


******


Los detectives Ryan y Esposito se movían de un lado a otro de la comisaría contrastando datos e informaciones, haciendo llamadas de teléfono, buscando todo aquellos que les pudiera ser útil, para luego ir apuntando los datos en la pizarra blanca. En la parte inferior lo iban anotando todo, dejando espacio en la parte superior para anotar dentro del dibujo de la franja horaria anterior y posterior a la muerte de Helen Maugham, todo aquello que pudiesen descubrir.

La comisaría era un hervidero de murmullos y conversaciones. Todos trabajaban a destajo en un caso que se complicaba por momentos. No había información que les aportase algo jugoso al caso. Eran callejones sin salida que los estaban desquiciando.

- Quizás no les conté todo lo que sabía – ambos detectives se sobresaltaron al escuchar aquel tono de voz tan elevado para hacerse oír en el bullicio de la 12th.

Esposito y Ryan se miraron sin comprender nada y se giraron. Ante ellos, la actriz Kate Beckett y el doctor Richard Alexander Rodgers permanecían impasibles, como si nada hubiesen dicho segundos antes.

- ¿Qué ha querido decir con eso? - le preguntó Espósito a Kate.

- Si le cuento lo que sé, tendrá que prometernos una cosa.

- Creo que no está usted en posición de pedir nada – le señaló Ryan.

- No tengo por qué contarles nada, así que si me disculpan... - hizo ademán de girarse pero viendo como podía acabar la situación, Esposito cedió.

- Cuéntenos lo que sabe y aceptaremos lo que que quieran.

- ¿No quieren saber que es lo que queremos a cambio? - preguntó Richard sorprendido.

- ¿Acaso nos va a valer de algo? De todos modos, si no aceptamos, no nos lo contaran,¿no es así?

" Para ser detectives, creo que son demasiado blandos. Kate tiene más madera de detective que ellos dos juntos" pensó Richard, pero inmediatamente alejó esa idea de la cabeza. No le gustaría ver a su amiga en peligro día tras día para dar justicia a las víctimas de Nueva York. No estaba preparado para eso.

Kate les tendió la nota que minutos antes habían encontrado junto a la puerta de su casa. No estaba segura de que les fuesen a ayudar aquellos dos detectives pero sabía que estaba haciendo lo correcto. Pudo ver la cara de sorpresa de ambos, como parecían tener una conversación con la mirada que solo ellos dos entendían y entonces dirigieron sus ojos a ella y Richard.

- ¿Dónde encontraron esta nota? - le preguntó Esposito exasperado después de que les hubiesen ocultado información.

Kate y Richard le fueron desarrollando los hechos de aquella mañana sin saltarse ningún detalles. Cuando acabaron, ante la mirada de Richard animándola, Kate les contó todas sus sospechas referentes a Tom.

- ¿Por qué no nos contaron antes todo eso? -preguntó Ryan sorprendido de que les hubiesen engañado haciéndoles creer que no sabían nada más de lo que les dijeron.

- ¿Me hubiesen creído si se lo hubiese dicho si no llegan a dejarme esta nota? - ninguno de los detectives respondió – Ahí tienen la respuesta.

- ¿Pero se dan cuenta que esto puede ser muy peligroso? ¿A qué jugaban? - Esposito comenzaba a irritarse.

- Helen era mi amiga, nadie la conocía mejor que yo y por eso supe que no podía quedarme cruzada de brazos y dejar que ustedes hiciesen todo sin yo saber nada de lo que ocurría. Por eso les dije que me tenían que prometer algo.

- ¿Qué es lo que quieren? - preguntó Ryan visiblemente enfadado.

- Queremos que nos dejen colaborar en el caso – soltó Richard sin pensárselo, esperando que la descabellada idea de su amiga no les sonase como tal y aceptasen.

- ¿Qué? -preguntaron ambos detectives al unísono.

- Ya le han oído – dijo Kate.

- Ustedes no son policías. No podemos hacernos cargo de ustedes, el caso ya es lo suficientemente complicado como para tener que hacer de niñeros.

- Sabemos cuidarnos solos, por si no se han dado cuenta.

Ryan y Esposito se miraron estudiando lo que le habían propuesto. Sabían que no se darían por vencidos si les decían que no y seguirían investigando por su cuenta. No podían cargar con el peso de saber que podrían estar en peligro. Ryan le hizo un pequeño gesto a Esposito que le sirvió a este para saber que estaban de acuerdo.

- Si van a trabajar con nosotros, van a tener que acatar nuestras órdenes.

Kate buscó con la mirada a Richard y una pequeña sonrisa, apenas perceptible, apareció en su rostro. "Va a ser difícil que Kate acate las ordenes de vasito de leche y su compañero. Esto va a ser divertido" pensó Richard mientras una amplia sonrisa se dibujaba también en su rostro.

BRAIN HEART: Capítulo 7


Los primeros rayos del sol comenzaron a dibujar diversos contrastes de luces y sombras, creando una enigmática atmósfera que no pasó desapercibida para la actriz Kate Beckett al levantarse. Llevaba dos días sin poder dormir y aquella noche no había sido diferente a las anteriores. Inquieta, sin poder dejar de pensar en lo sucedido y con ansias por comenzar la investigación, había decidido aprovechar las horas de sueño en algo productivo ya que de nada serviría seguir dando vueltas en la cama. La noche se hizo larga y soporífera, apenas había donde investigar. Salvo algunos datos de contacto que había podido conseguir, no tenía más, y por mucho que lo intentase, internet no hace milagros y la búsqueda de Helen Maugham no daba resultados. Frustrada, lanzó las hojas donde había estado haciendo anotaciones y volvió a la cama. Apenas dos horas después, el amanecer la había despertado y había vuelto de nuevo a su improvisada oficina donde los papeles seguían esparcidos. Fue entonces cuando aquella imagen de Helen volvió a su cabeza y todo encajó. "No ha sido casualidad; ese encuentro por primera vez entre Helen y Tom no fue un accidente, estaba preparado para que ocurriese así. Tom cayó encima de Helen y no mía estando a escasos centímetros de ella" pensó y eso le produjo un escalofrió. Asustada, no podía dejar de pensar que plan estarían urdiendo para haber asesinado a una simple maquilladora y eso no dejaba de aterrarla. Necesitaba compartir sus hipótesis y conocía a la persona perfecta para ello.

Caminó hasta la habitación de invitados donde Richard dormía tranquilamente, parecía ajeno a todo. Se vio a si misma contemplando el trabajado pectoral de su amigo, preguntándose como lo había conseguido. "Siempre está trabajando o está conmigo. Nunca me ha dicho que vaya al gimnasio. ¿Desde cuando tiene ese cuerpo tan bien trabajado?" Richard se giró quedando de lado frente a ella, permitiéndole observarlo mejor. Instintivamente, se mordió el labio. Nuevos sentimientos se habrían paso ante ella. Una amplia sonrisa iluminaba su cara recordando momentos vividos con él a su lado, como la había salvado en innumerables ocasiones en las que creía desfallecer, como le hacía sonreír sin saber cuanto lo agradecía, cuanta seguridad le aportaba el tenerlo cada día junto a ella.

Mientras lo veía dormir pensaba en cuanto le gustaría estar en sus brazos, disfrutando del cálido contacto de su cuerpo, notando su respiración acompasada con la suya, oyendo el rítmico latir de su corazón, disfrutando de los primeros minutos en los que el sol se dejaba ver mientras contemplaba su rostro. Sus mejillas comenzaron a cobrar un color rojizo y unas mariposas invadieron su estómago sin pedir permiso.

- Umm... Te ves preciosa esta mañana – susurró un somnoliento Richard fijando sus ojos en Kate, que estaba apoyada en el marco de la puerta vestida solamente con una camisa.

Al escucharlo, volvió a la realidad dándose cuenta que sus intensos ojos azules la estaban estudiando con la mirada provocando que volviese a ruborizarse.

- ¿Te ocurre algo? - le preguntó mientras se incorporaba al darse cuenta que eran las siete de la mañana y Kate estaba delante de su habitación, cuando siempre solía levantarse más tarde que él.

Richard le hizo un gesto con la mano para que se acercase y se sentase junto a él en la cama. Dubitativa, Kate comenzó a caminar hasta sentarse. No sabía y muy bien por qué se sentía tan nerviosa estando a su lado, aunque tras lo sucedido minutos antes, empezaba a tener sus sospechas.

- Cuéntame, ¿qué sucede? - le instó amablemente, mientras que tomaba su mano y la acariciaba dulcemente.

- No podía dormir y me he pasado la noche investigando. No logré avanzar en nada así que volví a la cama, no sin antes lanzar todas las hojas de lo que tenía sobre Helen al suelo. Intenté dormir, pero al cabo de un par de horas me volví a despertar y me levanté nuevamente hasta el despacho. Entonces, al ver las hojas esparcidas por el suelo, lo comprendí.

Kate le contó a su amigo todas las suposiciones a las que había llegado, sintiéndose reconfortada conforme se desahogaba y veía como este la animaba a seguir.

- Kate, esto puede ser peligroso – le dijo delicadamente cuando le hubo contado todas sus hipótesis – Ni tú ni yo somos policías, no nos dedicamos a esto, no estamos preparados ni sabemos a lo que nos enfrentamos. Quizás deberíamos parar ahora, antes de que sea demasiado tarde.

- No, Rick, no he llegado hasta aquí para darme por vencida cuando las cosas comienzan a ponerse complicadas – le aseguró en un tono firme que no dejaba lugar a réplica – No tienes por que seguir conmigo, pero yo no lo voy a dejar, Helen era mi amiga.

- Lo que intento es que no corras riesgos, así que si no vas a dejarlo, yo no voy a dejar que sigas sola.

Kate sonrió ante las palabras de Richard mientras él no dejaba de acariciar delicadamente su mano.

La cálida atmósfera que se había formado fue interrumpida por el sonido del teléfono de Kate. Esta salió corriendo de la habitación de invitados, seguida por Richard, que arrastraba los pies aun algo somnoliento, hasta el salón donde estaba su teléfono.

- ¿Kate Beckett?

- Si.

- Soy el detective Kevin Ryan. Hablé con usted ayer, ¿recuerda?

Richard permanecía atento e intrigado por saber que ocurría.

- ¿Qué sucede Kate? - le susurro.

- Es el detective que me interrogó ayer – le susurró tapando el auricular.

- ¿Qué quiere vasito de leche? - le preguntó recordando al detective de ojos azules y piel blanca que había visto cuando interrogaron a Kate.

- ¿Vasito de leche? - preguntó atónita y empezó a reír.

- ¿Cómo me ha llamado? - preguntó el aludido enfadado.

Kate se sobresaltó al darse cuenta que no había tapado el auricular y sus mejillas se sonrojaron ante la vergüenza. A su lado, Richard no podía dejar de reír lo que acabó provocando que Kate le tirara de la oreja.

- ¡Au! - exclamó tras conseguir soltarse.

- Perdone Ryan – dijo recordando su nombre e intentando volver a la conversación – Tengo a un bocazas a mi lado que no deja de molestarme, pero ya me he deshecho de él – le dirigió una mirada burlona y a la vez de advertencia - ¿Ocurre algo?

- Me gustaría poder hablar con usted de nuevo. Estamos ampliando la línea de investigación y querría contrastar algunos datos. ¿Podría acercarse por la comisaría?

- Estaré allí dentro de una hora, detective.

Richard permanecía atento a la conversación mientras escribía algo que a la vista de Kate no era visible. Intrigada, cuando terminó la conversación con el detective se acercó a él, intentando no hacer ruido para no ser descubierta. Pero Richard se había dado cuenta que la llamada había terminado, así que cuando la tuvo a escasos centímetros, se giró quedando frente a ella.

- ¿Qué escribías? Parecía muy concentrado.¿Qué es? - le preguntó con gran curiosidad, acercando su mano a las hojas donde Richard estaba escribiendo minutos antes.

Pero Kate no tuvo tiempo de acercase demasiado antes de que el doctor pusiese lo que estaba escribiendo lejos de su alcance.

- Vamos, Rick, ¿no estará enfadado por lo que le dije antes a vasito de leche, vesrdad? -le dijo utilizando sus palabras de forma sugerente, seductora.

Richard tragó saliva sonoramente al ver el cambio de actitud de su amiga, pero no se amilanó.

- Si te has deshecho de mí, ¿qué haces aquí perdiendo el tiempo? Creo haber escuchado que tienes una cita dentro de una hora con la comisaría.

- Por favor, Rick. Quiero leer lo que escribías, nunca te había visto tan concentrado y a gusto con algo. No sabía que lo tuyo fuese ser escritor.

- Ni yo que fueses inspectora de homicidios – dijo secamente.

De repente el ambiente había cambiado y a Kate la había tomado por sorpresa. "¿Cuándo se ha vuelto tan sería la conversación?" se preguntó viendo el semblante serio de Richard.

- Tengo que vestirme para irme a la comisaría – se dirigió a su habitación queriendo acabar con esa atmósfera que se había creado en escasos segundos.

A pocos centímetros de ella, Richard la seguía sin decir palabra alguna. Kate se dirigió al armario esperando que él se marchara y la dejase vestirse, pero no lo hizo.

- Katie, ten cuidado, por favor – sus palabras sonaban a súplica y unido al modo en que la había llamado, denotaba preocupación – Todo este asunto de Helen no me gusta; no quiero que te ocurra nada, no creo que pudiera soportarlo – hizo una pausa buscando con sus ojos los de ella – Prométeme que tendrás cuidado.

Sus ojos llenos de miedo a perderla le hicieron sentirse una estúpida por haber estado jugando con él a polis y ladrones, pero ya no podía dar marcha atrás.

- Te lo prometo – dijo acercándose hasta él, quien la rodeo con los brazos haciéndola sentirse segura.


*****


En la comisaría, un divertido Esposito reía ante la conversación que minutos antes había tenido su compañero.

- ¿Vasito de leche? Me gusta esa chica – sentencio Esposito sin poder dejar de reír, aumentando el cabreo de Ryan.

- ¡Tú también! - le gritó - ¡Para de reírte ya! - su enfado aumentaba de manera exponencial, parecía que iba a explotar en cualquier momento.

- No me negarás que ha tenido gracia – intentaba contener la risa pero le resultaba imposible.

Ryan parecía querer replicar pero en ese momento las puertas del ascensor se abrieron calmando un poco el ambiente.

Richard miró a Kate y esta asintió. Los dos se dirigieron hacia el escritorio de los detectives.

- Espero que no me haya llamado para acusarme de algo más de lo que ya me acusaron ayer – dijo Kate a modo de saludo.

- Ya le he dicho que solo queremos contrastar unos datos. De hecho, no será necesario ir a la sala de interrogatorios.

- Él es mi amigo Richard Alexander Rodgers – les informó al observar como ambos detectives lo miraban – Está al corriente de todo, así que se quedará conmigo mientras me hacen las preguntas necesarias.

Ambos asintieron. Sabían que con el carácter que Kate tiene, de nada les iba a servir negarse.

- Quiero que nos digas exactamente como se conocieron Helen y Tom – pregunto Ryan antes de ofrecerles una silla para que se sentasen.

Kate les contó detalladamente aquel incidente en The New York Helmsley Hotel unos meses atrás y como, a raíz de aquello, entre Helen y Tom se estableció una estrecha relación hasta que acabaron como pareja semanas antes de la muerte de su amiga. Les dio toda la información que tenía sobre Helen, que no era mucha ya que era una persona muy reservada que rara vez contaba algo de su vida.


Una hora después, Kate salía de la 12th con Richard a su lado pensado en todo lo que les había dicho... y lo que no.

- ¿Por qué no les has contado las sospechas que tienes sobre Tom? - le preguntó sacándola de sus pensamientos.

- Ya dudaban de mi en un principio y me ha costado que se den cuenta que yo no tuve nada que ver. No quiero que piensen que estoy implicada y por ello intento culpar a Tom, para salir yo libre de todo. No tengo pruebas, pueden alegar que todo es circunstancial. Así que hasta que no las tenga no voy a contarles nada de esto – pudo volver a ver aquellos ojos llenos de preocupación en él – Te prometí que tendría cuidado, y lo tendré, Rick – se giró para quedar frente a él y ambos permanecieron parados en mitad de la calle – Helen se merece justicia, tengo que averiguar que sucedió. Ya sé que no soy policía ni nada parecido – dijo adelantándose a lo que iba a decir él – pero también se que puedo hacerlo.

- Eso nunca lo he dudado, Kate. Sabía que en cuanto empezáramos con esto no te detendrías, pero es muy peligroso y me preocupa lo que pueda suceder si tienes razón y los que iban tras Helen nos descubren investigando.

- Solo necesito alguna prueba que confirme mi hipótesis. En cuanto la tenga, será la comisaría quien se encargue de todo.

- Algo me dice que no te quedarás quieta cuando le des esas pruebas a los de comisaría – suspiro pasando su brazo por los hombros de ella, atrayéndola hacia él mientras caminaban en la fría mañana de invierno de Nueva York.