Los primeros rayos del sol comenzaron a dibujar diversos contrastes de luces y sombras, creando una enigmática atmósfera que no pasó desapercibida para la actriz Kate Beckett al levantarse. Llevaba dos días sin poder dormir y aquella noche no había sido diferente a las anteriores. Inquieta, sin poder dejar de pensar en lo sucedido y con ansias por comenzar la investigación, había decidido aprovechar las horas de sueño en algo productivo ya que de nada serviría seguir dando vueltas en la cama. La noche se hizo larga y soporífera, apenas había donde investigar. Salvo algunos datos de contacto que había podido conseguir, no tenía más, y por mucho que lo intentase, internet no hace milagros y la búsqueda de Helen Maugham no daba resultados. Frustrada, lanzó las hojas donde había estado haciendo anotaciones y volvió a la cama. Apenas dos horas después, el amanecer la había despertado y había vuelto de nuevo a su improvisada oficina donde los papeles seguían esparcidos. Fue entonces cuando aquella imagen de Helen volvió a su cabeza y todo encajó. "No ha sido casualidad; ese encuentro por primera vez entre Helen y Tom no fue un accidente, estaba preparado para que ocurriese así. Tom cayó encima de Helen y no mía estando a escasos centímetros de ella" pensó y eso le produjo un escalofrió. Asustada, no podía dejar de pensar que plan estarían urdiendo para haber asesinado a una simple maquilladora y eso no dejaba de aterrarla. Necesitaba compartir sus hipótesis y conocía a la persona perfecta para ello.
Caminó hasta la habitación de invitados donde Richard dormía tranquilamente, parecía ajeno a todo. Se vio a si misma contemplando el trabajado pectoral de su amigo, preguntándose como lo había conseguido. "Siempre está trabajando o está conmigo. Nunca me ha dicho que vaya al gimnasio. ¿Desde cuando tiene ese cuerpo tan bien trabajado?" Richard se giró quedando de lado frente a ella, permitiéndole observarlo mejor. Instintivamente, se mordió el labio. Nuevos sentimientos se habrían paso ante ella. Una amplia sonrisa iluminaba su cara recordando momentos vividos con él a su lado, como la había salvado en innumerables ocasiones en las que creía desfallecer, como le hacía sonreír sin saber cuanto lo agradecía, cuanta seguridad le aportaba el tenerlo cada día junto a ella.
Mientras lo veía dormir pensaba en cuanto le gustaría estar en sus brazos, disfrutando del cálido contacto de su cuerpo, notando su respiración acompasada con la suya, oyendo el rítmico latir de su corazón, disfrutando de los primeros minutos en los que el sol se dejaba ver mientras contemplaba su rostro. Sus mejillas comenzaron a cobrar un color rojizo y unas mariposas invadieron su estómago sin pedir permiso.
- Umm... Te ves preciosa esta mañana – susurró un somnoliento Richard fijando sus ojos en Kate, que estaba apoyada en el marco de la puerta vestida solamente con una camisa.
Al escucharlo, volvió a la realidad dándose cuenta que sus intensos ojos azules la estaban estudiando con la mirada provocando que volviese a ruborizarse.
- ¿Te ocurre algo? - le preguntó mientras se incorporaba al darse cuenta que eran las siete de la mañana y Kate estaba delante de su habitación, cuando siempre solía levantarse más tarde que él.
Richard le hizo un gesto con la mano para que se acercase y se sentase junto a él en la cama. Dubitativa, Kate comenzó a caminar hasta sentarse. No sabía y muy bien por qué se sentía tan nerviosa estando a su lado, aunque tras lo sucedido minutos antes, empezaba a tener sus sospechas.
- Cuéntame, ¿qué sucede? - le instó amablemente, mientras que tomaba su mano y la acariciaba dulcemente.
- No podía dormir y me he pasado la noche investigando. No logré avanzar en nada así que volví a la cama, no sin antes lanzar todas las hojas de lo que tenía sobre Helen al suelo. Intenté dormir, pero al cabo de un par de horas me volví a despertar y me levanté nuevamente hasta el despacho. Entonces, al ver las hojas esparcidas por el suelo, lo comprendí.
Kate le contó a su amigo todas las suposiciones a las que había llegado, sintiéndose reconfortada conforme se desahogaba y veía como este la animaba a seguir.
- Kate, esto puede ser peligroso – le dijo delicadamente cuando le hubo contado todas sus hipótesis – Ni tú ni yo somos policías, no nos dedicamos a esto, no estamos preparados ni sabemos a lo que nos enfrentamos. Quizás deberíamos parar ahora, antes de que sea demasiado tarde.
- No, Rick, no he llegado hasta aquí para darme por vencida cuando las cosas comienzan a ponerse complicadas – le aseguró en un tono firme que no dejaba lugar a réplica – No tienes por que seguir conmigo, pero yo no lo voy a dejar, Helen era mi amiga.
- Lo que intento es que no corras riesgos, así que si no vas a dejarlo, yo no voy a dejar que sigas sola.
Kate sonrió ante las palabras de Richard mientras él no dejaba de acariciar delicadamente su mano.
La cálida atmósfera que se había formado fue interrumpida por el sonido del teléfono de Kate. Esta salió corriendo de la habitación de invitados, seguida por Richard, que arrastraba los pies aun algo somnoliento, hasta el salón donde estaba su teléfono.
- ¿Kate Beckett?
- Si.
- Soy el detective Kevin Ryan. Hablé con usted ayer, ¿recuerda?
Richard permanecía atento e intrigado por saber que ocurría.
- ¿Qué sucede Kate? - le susurro.
- Es el detective que me interrogó ayer – le susurró tapando el auricular.
- ¿Qué quiere vasito de leche? - le preguntó recordando al detective de ojos azules y piel blanca que había visto cuando interrogaron a Kate.
- ¿Vasito de leche? - preguntó atónita y empezó a reír.
- ¿Cómo me ha llamado? - preguntó el aludido enfadado.
Kate se sobresaltó al darse cuenta que no había tapado el auricular y sus mejillas se sonrojaron ante la vergüenza. A su lado, Richard no podía dejar de reír lo que acabó provocando que Kate le tirara de la oreja.
- ¡Au! - exclamó tras conseguir soltarse.
- Perdone Ryan – dijo recordando su nombre e intentando volver a la conversación – Tengo a un bocazas a mi lado que no deja de molestarme, pero ya me he deshecho de él – le dirigió una mirada burlona y a la vez de advertencia - ¿Ocurre algo?
- Me gustaría poder hablar con usted de nuevo. Estamos ampliando la línea de investigación y querría contrastar algunos datos. ¿Podría acercarse por la comisaría?
- Estaré allí dentro de una hora, detective.
Richard permanecía atento a la conversación mientras escribía algo que a la vista de Kate no era visible. Intrigada, cuando terminó la conversación con el detective se acercó a él, intentando no hacer ruido para no ser descubierta. Pero Richard se había dado cuenta que la llamada había terminado, así que cuando la tuvo a escasos centímetros, se giró quedando frente a ella.
- ¿Qué escribías? Parecía muy concentrado.¿Qué es? - le preguntó con gran curiosidad, acercando su mano a las hojas donde Richard estaba escribiendo minutos antes.
Pero Kate no tuvo tiempo de acercase demasiado antes de que el doctor pusiese lo que estaba escribiendo lejos de su alcance.
- Vamos, Rick, ¿no estará enfadado por lo que le dije antes a vasito de leche, vesrdad? -le dijo utilizando sus palabras de forma sugerente, seductora.
Richard tragó saliva sonoramente al ver el cambio de actitud de su amiga, pero no se amilanó.
- Si te has deshecho de mí, ¿qué haces aquí perdiendo el tiempo? Creo haber escuchado que tienes una cita dentro de una hora con la comisaría.
- Por favor, Rick. Quiero leer lo que escribías, nunca te había visto tan concentrado y a gusto con algo. No sabía que lo tuyo fuese ser escritor.
- Ni yo que fueses inspectora de homicidios – dijo secamente.
De repente el ambiente había cambiado y a Kate la había tomado por sorpresa. "¿Cuándo se ha vuelto tan sería la conversación?" se preguntó viendo el semblante serio de Richard.
- Tengo que vestirme para irme a la comisaría – se dirigió a su habitación queriendo acabar con esa atmósfera que se había creado en escasos segundos.
A pocos centímetros de ella, Richard la seguía sin decir palabra alguna. Kate se dirigió al armario esperando que él se marchara y la dejase vestirse, pero no lo hizo.
- Katie, ten cuidado, por favor – sus palabras sonaban a súplica y unido al modo en que la había llamado, denotaba preocupación – Todo este asunto de Helen no me gusta; no quiero que te ocurra nada, no creo que pudiera soportarlo – hizo una pausa buscando con sus ojos los de ella – Prométeme que tendrás cuidado.
Sus ojos llenos de miedo a perderla le hicieron sentirse una estúpida por haber estado jugando con él a polis y ladrones, pero ya no podía dar marcha atrás.
- Te lo prometo – dijo acercándose hasta él, quien la rodeo con los brazos haciéndola sentirse segura.
*****
En la comisaría, un divertido Esposito reía ante la conversación que minutos antes había tenido su compañero.
- ¿Vasito de leche? Me gusta esa chica – sentencio Esposito sin poder dejar de reír, aumentando el cabreo de Ryan.
- ¡Tú también! - le gritó - ¡Para de reírte ya! - su enfado aumentaba de manera exponencial, parecía que iba a explotar en cualquier momento.
- No me negarás que ha tenido gracia – intentaba contener la risa pero le resultaba imposible.
Ryan parecía querer replicar pero en ese momento las puertas del ascensor se abrieron calmando un poco el ambiente.
Richard miró a Kate y esta asintió. Los dos se dirigieron hacia el escritorio de los detectives.
- Espero que no me haya llamado para acusarme de algo más de lo que ya me acusaron ayer – dijo Kate a modo de saludo.
- Ya le he dicho que solo queremos contrastar unos datos. De hecho, no será necesario ir a la sala de interrogatorios.
- Él es mi amigo Richard Alexander Rodgers – les informó al observar como ambos detectives lo miraban – Está al corriente de todo, así que se quedará conmigo mientras me hacen las preguntas necesarias.
Ambos asintieron. Sabían que con el carácter que Kate tiene, de nada les iba a servir negarse.
- Quiero que nos digas exactamente como se conocieron Helen y Tom – pregunto Ryan antes de ofrecerles una silla para que se sentasen.
Kate les contó detalladamente aquel incidente en The New York Helmsley Hotel unos meses atrás y como, a raíz de aquello, entre Helen y Tom se estableció una estrecha relación hasta que acabaron como pareja semanas antes de la muerte de su amiga. Les dio toda la información que tenía sobre Helen, que no era mucha ya que era una persona muy reservada que rara vez contaba algo de su vida.
Una hora después, Kate salía de la 12th con Richard a su lado pensado en todo lo que les había dicho... y lo que no.
- ¿Por qué no les has contado las sospechas que tienes sobre Tom? - le preguntó sacándola de sus pensamientos.
- Ya dudaban de mi en un principio y me ha costado que se den cuenta que yo no tuve nada que ver. No quiero que piensen que estoy implicada y por ello intento culpar a Tom, para salir yo libre de todo. No tengo pruebas, pueden alegar que todo es circunstancial. Así que hasta que no las tenga no voy a contarles nada de esto – pudo volver a ver aquellos ojos llenos de preocupación en él – Te prometí que tendría cuidado, y lo tendré, Rick – se giró para quedar frente a él y ambos permanecieron parados en mitad de la calle – Helen se merece justicia, tengo que averiguar que sucedió. Ya sé que no soy policía ni nada parecido – dijo adelantándose a lo que iba a decir él – pero también se que puedo hacerlo.
- Eso nunca lo he dudado, Kate. Sabía que en cuanto empezáramos con esto no te detendrías, pero es muy peligroso y me preocupa lo que pueda suceder si tienes razón y los que iban tras Helen nos descubren investigando.
- Solo necesito alguna prueba que confirme mi hipótesis. En cuanto la tenga, será la comisaría quien se encargue de todo.
- Algo me dice que no te quedarás quieta cuando le des esas pruebas a los de comisaría – suspiro pasando su brazo por los hombros de ella, atrayéndola hacia él mientras caminaban en la fría mañana de invierno de Nueva York.
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