lunes, 6 de mayo de 2013

BRAIN HEART: Capítulo 4


El silencio se hizo en la estancia, ninguno de los dos era capaz de hablar, se miraban como si con sus ojos pudiesen decirse todo lo que con palabras callaban. Se quedaron así un rato más, en el más absoluto silencio, hasta que algo en Kate se despertó nuevamente.

- Kate: Ambos estamos arrepentidos de no seguir nuestros instintos anoche, ¿verdad?

Richard no llego a contestar realmente, pero si respondió afirmativamente con un leve movimiento de cabeza. Sentía miedo. No solo de lo que pudiera contarle, sino también de como reaccionaría el al respecto de la noticia que Kate se disponía a narrar. No tenia escapatoria posible ante aquella incómoda situación, así que se dejó llevar.

Kate continuó al comprobar una leve aprobación por parte de Richard.

- Kate: Vuelvo a tener esa sensación en este mismo momento- le dijo con toda la seguridad del mundo.

- Richard: -Kate, yo... - intentó decir pero Kate se lo impidió aplacando esas palabras con la fuerza de las suyas.

- Kate: Ya sé que acabo de vivir una de las peores experiencias de toda mi vida, pero mis sentidos no están, en absoluto, cegados por el acontecimiento, todo lo contrario, están más alerta que antes. Es como cuando caminas solo por la calle. La gente se cruza contigo, unos van corriendo, otros te saludan, a otros evitas mirarlos... cada uno va metido en su propia burbuja pero, no me negarás que se establece una conexión común a todos y aunque no seas muy consciente de ello, hay una especie de norma por la cual todos nos guiamos en ese vinculo compartido.

Hizo una leve pausa para tomar aire. Ambos se miraron a los ojos buscándose mutuamente más allá de lo que cabría esperar en dos simples amigos.

- Kate: Un poco lo mismo sucede en el ambiente en el que me muevo, aunque la competencia es dura, los que realmente estamos en este oficio y somos honestos, vamos por nuestro camino sin llegar a chocarnos. Bueno a veces hay algún accidente que otro pero entra dentro de la normalidad constituyendo la excepción que confirma la regla - volvió a coger aire - Últimamente no era así, pasaba algo y me acabo de dar cuenta tras ese sueño -continuo bajando la velocidad de sus palabras que hasta ahora fueron muy fluidas.

- Richard: Pero, ¿qué era lo que notaste exactamente?

- Kate: - No se explicarlo. Helen últimamente no quería acompañarme a ciertos lugares, por eso venia a mi casa a maquillarme. Me parece que se metió con quién no debía. Con esos personajes con los que siempre evitamos los choques.

En la mente de Kate se produjo un flashback que la hizo cambiar la cara; de nuevo como en la noche anterior un escalofrío recorrió su cuerpo. Se vio a si misma y a Helen unos meses atrás a la puerta del The New York Helmsley Hotel, al terminar una de esas fiestas a las que acude la gente de la farándula. Alguien empezó una pelea, y aunque intentaron evitarla, Tom uno de los chavales que siempre va detrás de Graimes (el gran productor de Broadway) como su asistente personal, cayo encima de Helen. Desde entonces las cosas se fueron liando tanto entre ellos que acabaron saliendo. A Kate nunca le gustó Tom.

- Kate: - Creo que Helen se embistió con un viandante de los que te hablé, pero me temo que fue ella la que se encaminó directa hacia él - en ese momento rompió a llorar.
Richard conocía perfectamente a esa gente. Solo pudo abrazar a su amiga una vez más.

- Richard: Y es ahora cuando empiezan las curvas.



Esa misma noche, en la gran urbe siempre despierta, el sonido seco y sordo de un disparó hizo huir a las ratas cercanas al muelle. La pistola, aún humeante, fue obligada a darse un frío baño nocturno en la contaminada agua. Su destino era desaparecer, mejor dicho, permanecer para siempre en el lecho del río para no ser encontrada.

A Graimes le encantaban las caras nuevas, sabia como convertir todos sus deseos en realidad. Era muy ambicioso. Nada le paraba. Lo tenia claro una vez llegado a lo más alto, se mantendría allí costase lo que costase. Claro que que llevar una vida así tenia un precio, padecía de insomnio desde hacia más de aun década. Permanecía despierto en su oficina ojeando la sección local del New York Times, cuando fue interrumpida su lectura. Tom, su asistente, irrumpió en la sala. Sabia que la conversación que a continuación se produciría no seria fácil.

- Tom: Buenas noches, señor.

Graimes se le quedó mirando fijamente sin articular palabra alguna. Tom, inquieto, no sabia que decir. Pasaron unos 30 segundos hasta que se se atrevió a hablar.

- Tom: Señor lo siento, lo siento muchísimo. - intentó armarse de valor y continuó su disculpa- ¡No sé que es lo que falló en todo esto! - tras estas palabras suspiro, negó con la cabeza y se quedó mirando el suelo para poder aguantar mejor el chaparrón que se le venia encima - Es evidente que alguien nos ha traicionado y...- fue interrumpido

- Graimes: ¡Cállate, en estas situaciones siempre te descompones! Te voy a dar un consejo, idiota metepatas. Si algo quieres que salga bien debes hacerlo tu mismo. Vete aprendiendo, que ya es hora. Por lo de la traición, no te preocupes esta todo solucionado.

- Tom : ¿Qué quieres decir?

- Graimes: ¡Qué te acabo de decir! ¡Eh!

- Tom:- Usted ha...

- Graimes: ¡Si yo! Sois todos unos inútiles. Ese idiota intentaba hacerme creer que se había equivocado de casa. No me mires así, no soy tan cruel, si me hubiese confesado desde el principio la verdad, estaría vivo. Cometió el mismo error que tú, enamorarse de quien no debe. No sé como sois tan idiotas cuando unas faldas se os ponen por delante. Yo disfruto con las mujeres como el que más, pero sino les das la patada a tiempo ellas te la dan a ti.

- Tom: Helen... - suspiró sin poder evitarlo.

- Graimes: Créeme, con el tiempo lo verás más claro. No creas, has salido beneficiado al librarte de Helen de una vez. Ay el amor, el amor... - Le decía mientras le golpeaba la espalda. Retomo la conversación con un aire más imperativo - Olvida tus tareas de hoy, tienes deberes dentro de mi coche. Toma las llaves, ya sabes lo que tienes que hacer.

Tom asintió, cogió las llaves y bajó al garaje del edificio. El descenso en ascensor fue más largo de lo habitual; no pudo reprimir las lágrimas.



Kate despertó, estaba sola en la cama. Se levantó y busco a Richard por la casa encontrándolo en la cocina.

- Kate: ¡Buenos días! ¡Qué bien huele!

- Richard: Buenos días, ya veo que estás más positiva. Te he hecho el desayuno. Ven, siéntate y come, te va a sentar muy bien.

Kate fue obediente. Si fuese otra persona la que la obligase a sentarse se sentiría ofendida, pero Richard no le causaba esa reacción, se dejaba guiar por él.

- Richard: Verás, yo ahora tengo que cumplir con mis pacientes un par de horas- habló mientras se ponía la chaqueta -Pero pienso volver a eso de las 10. Tienes tiempo de darte un buen baño y aclarar las ideas. Iremos juntos a la comisaria y veremos que les explicamos sobre todo esto. ¡No te muevas de aquí!

- Kate: Vale- respondió con burla.

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