Mi corazón luchaba contra mi cerebro en una guerra en la que este último parecía que ganaba la batalla. Aquella noche en el despacho había notado que algo ocurría, pero mi mente me había obligado a seguir centrado en el trabajo. Mi experiencia me había enseñado a no creer demasiado en lo que no se puede explicar, por eso, no le presté demasiada atención a mis sentidos. Ahora, lamentaba no haberlo hecho, no soportaba ver a Kate desolada, sin poder parar de derramar lágrimas que creaban un mar por donde pasaba.
Cuando llegué a su casa, un nudo cerró mi garganta al verla con los ojos hinchados de haber llorado, algo que no había podido disimular con aquella capa de maquillaje que cubría su rostro completamente. Mi cuerpo se quedó inmóvil, sin poder reaccionar ante la situación de la que me culpaba por no haberla evitado cuando pude. "Si hubiese sido un poco más crédulo conmigo mismo", me decía una y otra vez mientras intentaba que mi cuerpo reaccionase. No pude ni tan si quiera articular palabra alguna cuando Kate se lanzó a mis brazos. Traté de consolarla, pero su llanto me lo hacía aún más difícil. Nunca la había visto tan afectada. Quizás fuese porque no le había conocido amigo alguno que no fuese yo o aquella pequeña labradora que recogió de la calle.
No estaba acostumbrado a verla llorar, era una chica con un gran corazón, pero resultaba tremendamente complicado saber que era lo que sentía, solía ser extremadamente reservada, incluso conmigo, su amigo de la infancia, no expresaba a menudo sus sentimientos, por ello, verla en ese estado hizo que me acercase más a ella, que pudiese entenderla un poco más. Mi concepción de Kate, después de tantos años juntos y de pensar que la conocía perfectamente, había cambiado, ahora la veía, como se suele decir, con otros ojos. Sentía la necesidad de protegerla, de mimarla y cuidarla, de evitar que volviese a pasar por algo similar. Ella siempre había estado en todo momento y yo no quería fallarle. Quería hacerle olvidar todo lo sucedido y verla sonreír. Por eso no pude negarme a quedarme a dormir aquella noche, como en los viejos tiempos, cuando nos quedábamos en casa de uno de los dos a ver películas y comer palomitas. Parecían tan lejanos esos momentos. "No hay nada malo por quedarme, es solo una noche", me dije a mi mismo tratando de convencerme.
De repente, un frío intenso me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad.
No estaba acostumbrado a verla llorar, era una chica con un gran corazón, pero resultaba tremendamente complicado saber que era lo que sentía, solía ser extremadamente reservada, incluso conmigo, su amigo de la infancia, no expresaba a menudo sus sentimientos, por ello, verla en ese estado hizo que me acercase más a ella, que pudiese entenderla un poco más. Mi concepción de Kate, después de tantos años juntos y de pensar que la conocía perfectamente, había cambiado, ahora la veía, como se suele decir, con otros ojos. Sentía la necesidad de protegerla, de mimarla y cuidarla, de evitar que volviese a pasar por algo similar. Ella siempre había estado en todo momento y yo no quería fallarle. Quería hacerle olvidar todo lo sucedido y verla sonreír. Por eso no pude negarme a quedarme a dormir aquella noche, como en los viejos tiempos, cuando nos quedábamos en casa de uno de los dos a ver películas y comer palomitas. Parecían tan lejanos esos momentos. "No hay nada malo por quedarme, es solo una noche", me dije a mi mismo tratando de convencerme.
De repente, un frío intenso me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad.
- Richard: Ey, Lovey, pero... ¿dónde te has metido? ¡Estás empapada!- le dije a la pequeña labradora mientras la secaba con una toalla que había junto a la mesa del comedor.
Era muy agradable estar con la perrita, me encantaba cuidarla siempre que Kate tenía firmas de contrato.
- Kate: Lo siento Rick, te ha mojado- me dijo mientras tomaba entre sus brazos con mucho cuidado a Lovey y la calentaba entre sus brazos- Vamos a tu habitación pequeña- le dijo mientras se deslizaba por la casa hasta la estancia más alejada de la casa.
Al entrar de nuevo en el salón nuestras miradas se cruzaron y pude ver unos ojos vacíos, sin vida. Aquellos ojos verdes intensos habían perdido la vitalidad y fuerza con la que siempre veían el mundo.
Se acercó hacia mí y me tendió una toalla.
Se acercó hacia mí y me tendió una toalla.
- Kate: Ten, sécate- inmediatamente se dirigió hacia la chimenea y la encendió- Así entrarás antes en calor- me dijo mientras se acercaba hacia donde estaba yo. Se sentó junto a mí y dejo caer su cabeza sobre mi hombro. Yo deslicé mi brazo alrededor de su espalda, atrayéndole hacia mí.
- Richard: Siento no haber estado contigo hoy Kate, desearía poder cambiar el tiempo y evitar todo esto.
- Kate: No te culpes Rick, tú no podías saberlo, es…
- Richard: No, yo pude evitarlo - le interrumpí - Yo sentí que algo pasaba pero no quise darle importancia.
- Kate: No vale de nada que te reproches el hecho de no haberle tomado importancia a tus sentidos, yo tampoco lo hice. Tratemos de no pensar en ello, por favor Rick.
- Richard: Solo quiero que estés bien, no soporto verte triste.
- Kate: A tu lado me siento segura, no podría estar mejor ahora- me dijo mientras depositaba un pequeño beso en mi mejilla. El contacto de su cálida piel con mi temperatura corporal, aun fría, me hizo estremecer- ¿Estás Bien? ¿Tienes frío?- dijo mientras se incorporaba.
- Richard: No, estoy muy bien- le dije mientras la volvía a acurrucar con mis brazos.
Así, sin darnos cuenta, la noche se fue adentrando. Hacía tiempo que no teníamos un momento para nosotros, para contarnos nuestras cosas, siempre estábamos estresados con nuestros respectivos trabajos, teníamos tantas ganas de saber el uno del otro, que la noche se nos hizo corta. Nuestros cuerpos estaban muy relajados, lo que provocó que no pudiéramos evitar quedarnos dormidos….
- Kate: ¡Noooooo!
- Richard: ¡Kate!¡Kate! ¡Despierta!- sus ojos comenzaron a abrirse poco a poco- Es solo un sueño, no tienes de que preocuparte- le dije mientras veía su cara pálida buscar, con miedo, mis ojos.
- Kate: No es un simple sueño Rick, lo sé, es como ese sentimiento que tuviste tú en tu despacho. Rick, debes creer lo que te voy a contar, es muy importante.
- Richard: ¿Qué ocurre?
- Kate: Sé que Helen no se suicidó. A Helen la asesinaron.
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