La tormenta volvía a cubrir Nueva York, como
si fuese una cortina la lluvia caía sobre la ciudad haciéndola triste, fría,
desoladora, era como si Nueva York reflejase lo que Castle sentía. Un taxi lo
llevó hasta el aeropuerto bajo aquella tormentosa noche donde su avión privado
le esperaba rumbo a Vancouver. Una vez en el avión, el cansancio se apoderó de
él sumiéndolo en un profundo sueño.
Su móvil comenzó a
sonar pero al ver su nombre reflejado en la pantalla lo apagó. Encendí la
pantalla donde tenía todo la información del caso de su madre bajó el nombre
Beckett y lo borré. Entonces, alguien llamó a la puerta; pensando que podía ser
Alexis, abrió. Allí estaba Kate, empapada, con lágrimas en los ojos. Con la
mirada intentaban comprender que es lo que estaban pensando y así permanecieron
unos segundos. Castle, confuso, solo fue capaz de pronunciar “¿Beckett, qué
quieres?” a lo que esta le respondí “tú” Sin darle tiempo para reaccionar sus
labios buscaron con furia los de él y este pudo sentir como ella se iba
relajando a medida que el beso se hacía más intenso. “Lo siento mucho Castle.
Lo siento mucho. Lo siento mucho” fue capaz de decir mientras permanecía muy
cerca de él con sus manos sobre sus hombros y lo volvía a besar. Pero Castle no
estaba dispuesto a dejarla entrar en su vida de nuevo sin saber por qué estaba
allí “¿Qué pasó? Le preguntó intentando comprender por qué Beckett había
corrido a sus brazos “Él se escapó y no me importó. Casi muero y solo podía
pensar en ti. Solo te quiero a ti” Le respondió volviendo a sus labios con
preocupación de ser nuevamente rechazada, sin embargo Castle aceptó su beso y
profundizó en él mientras la atrapaba contra la pared recorriendo con sus
labios su boca, su cuello. Desabrochó su camisa y llegó hasta esa cicatriz,
acariciándola tiernamente para volver a sus labios. Entonces ella entrelazó su
mano con la de él y lo animó a dirigirse a su habitación.
- - ¡Señor Castle, señor Castle! – le decía la azafata mientras
le pasaba la mano por el hombro para despertarlo, fue entonces cuando abrió los
ojos – Señor Castle, hemos llegado a Vancouver.
Ryan entró bruscamente en la sala de espera
y angustiado preguntó si alguien sabía algo de Castle. Era lo último que había
pronunciado la detective antes de precipitarse al vació y necesitaba
encontrarlo.
- - Yo no lo he vuelto a ver desde esta mañana – consiguió decir
Esposito visiblemente afectado por el estado de Beckett.
- - Lo he intentando llamar varias veces pero tiene el móvil
apagado. He probado con Alexis pero no contesta; hoy era su graduación así que
supongo que esta noche no estará para nadie – le informó Lanie.
Ryan estaba confuso, había dado por hecho que
Castle habría ido con Beckett en busca del asesino. “Sin duda hay algo que me
he perdido” pensó. Castle nunca la dejaría sola antes el peligro, había visto
como la cuidaba y ayudaba durante cuatro años, algo tenía que haber sucedido
para que no hubiese estado con ella y no supieran nada de él. Su mente comenzó
a viajar a la velocidad de la luz, multitud de teorías le vinieron a la mente y
ninguna buenas.
- - Tenemos que dar con él. Si conseguís poneros en contacto con
Castle avisadme por favor.
Ambos asintieron
mientras veían como un Ryan angustiado se dirigía a la habitación donde se
encontraba Beckett.
A la salida del avión,
su agente le esperaba agenda en mano para irle informando de su apretado día.
Aun se sentía desconcertado tras aquel intenso sueño y Samantha parecía no
darle tregua, solo tenía una hora antes de comenzar su primera entrevista y
luego le esperaba un almuerzo con diversos productores y directores de cine que
querían llevar su libro Heat Rises a
la gran pantalla. Samantha seguía hablando pero Castle no la oía, aquel sueño
había sido tan real o al menos eso había sentido, despertó creyendo que Beckett
estaría con él, sus besos, esos que tantos años había estado esperando, llenos
de amor le habían sabido a poco y justo cuando creyó que lo mejor aun estaba
por llegar, la azafata lo había devuelto a la realidad.
- - ¡Eh, Richard! ¿Estás bien? – le preguntó su agente ante los
monosílabos que habían salido de la boca de Castle mientras le informaba de
todo lo que le esperaba los próximos días.
- - Umm… sí Samantha, ha sido un largo viaje, solo necesito
descansar – le contestó dándose cuenta que no sabía que le había estado
diciendo durante el trayecto en taxi desde el aeropuerto hasta el hotel.
- - Tienes media hora, a las 9:30 te espero en el hall del hotel
para dirigirnos a los estudios de grabación de City TV.
Beckett permanecía en la cama de la
habitación del hospital rodeada de diversas máquinas que controlaba sus
constantes vitales y la mantenía vigilada para que cualquiera cambio en su
estado fuese avisado.
“Es una mujer fuerte, capaz de enfrentarse a
todo y a todos sin temor alguno, es luchadora y no se rendirá”, pensó Lanie
mientras se acercaba a la cama de su amiga y la tomaba de la mano. Parecía
descansar plácidamente, como si aquello ni fuese más que un sueño del que
despertaría en cuanto la nombrase, sin embargo sabía que eso no ocurriría.
Escuchó como Espósito terminaba su
conversación con Ryan y se acercaba hasta donde ella estaba sentada para
depositar una de sus manos sobre su hombro, haciéndole saber que estaba allí,
con ella, que no estaba sola.
Su calidez la tranquilizó, se le había
olvidado la calma que es capaz de transmitir. Su serenidad la serenó a ella
también, parecía saber muy bien lo que necesitaba en ese momento. “Para Javi
también es muy duro, él mejor que nadie puede comprender como me siento”. Dejó
caer la mano que tenía libre sobre la de él que permanecía en su hombro. Lanie
elevó su rostro hasta encontrarse con sus ojos para ver la expresión de
Espósito y pudo ver como una leve sonrisa se dibujaba en su cara.
Aun no tenía muy claro por qué había dejado
escapar a esa preciosa mujer, Lanie era todo cuanto quería, lo había sabido
siempre pero su orgullo le había impedido reconocer sus errores y hablar con
ella sobre lo que les había ocurrido para llegar a ese punto. Ahora, viéndola
destrozada, tomando de la mano a su compañera de fatigas, no podía dejar de
pensar en ella y se prometió a si mismo no tirar la toalla con Lanie, lo
necesitaba y no la dejaría sola nunca más.
Gates observaba la imagen desde fuera, la
puerta de la habitación estaba abierta permitiéndole observar como Lanie
parecía serena ante la presencia de Espósito que se mostraba tierno con ella.
Gates siempre había pensado que entre Beckett y Castle se escondía algo más que
una simple amistad, lo podía ver en sus miradas cómplices y sus comportamientos
cuando trabajaban juntos, es difícil
engañarla sin embargo Lanie y Espósito lo habían conseguido. Ambos eran muy
profesionales y no dejaban lugar para comentarios sobre sus vidas privadas,
nunca había visto entre ellos más complicidad de lo que podía existir entre dos
compañeros de trabajo, mantenían una buena relación en el trabajo, pero jamás
creyó que hubiese algo más. Sin embargo, viéndolos allí, apoyándose mutuamente
ante la cama de su amiga se dio cuenta de todo. Eso le hizo recordar a su
juventud, esa etapa en la que comenzaba su andadura como detective en la
comisaría de policía de California, donde conoció a Rob, su maestro, quien le
ayudó y le enseñó el verdadero mundo de los detectives de policía y del que se
enamoró. Pero las leyes en la comisaría eran estrictas, las relaciones
personales entre compañeros quedaban prohibidas. Así lo supo cuando la alejaron
de Rob destinándola a Nueva York, donde terminó de formarse como detective.
“Rob, ¿dónde estarás ahora? ¿Qué habrá sido de tu vida?” se preguntó dejando
volar su imaginación.
A cientos de kilómetros, Castle intentaba
descansar entre mullidos cojines que hacían las veces de almohada en aquella
cómoda cama, pero el sonido de los niños jugando en la piscina lo distrajo. Se
levantó y se acercó a la ventana que cubría casi la totalidad de la pared junto
a su cama. Desde allí podía contemplar una impresionante piscina que hacia las
delicias de los niños. Tras ella, se podía ver el mar, si aguzaba el oído podía
escuchar el rumor de las olas y a lo lejos las montañas culminaban con ese precioso
paisaje de la ciudad de Vancouver. Había estado tan absorto contemplando las
vistas que no había oído como llamaban a la puerta insistentemente. Al darse
cuenta de ellos se dirigió a la entrada de la habitación y abrió.
- - Lo siento Richard pero tenemos que marcharnos ya, al parecer
los de City TV han adelantado tu entrevista que se emitirá e la 10:30 en
directo, pero ya sabes como va esto, te necesitan a las 10:00 para que conozcas
los estudios y al presentador que te hará la entrevista, además hay que pasar
por vestuario y maquillaje. Necesito que estés en el hall del hotel dentro de 5
minutos.
Castle asintió con
desgana y se dispuso a coger algo de ropa para cambiarse aunque en ese momento
cualquier otra cosa le apetecía más que estar en un estudio de grabación. “He
venido aquí para trabajar y eso es lo que voy a hacer” se dijo a si mismo
mientras se ponía unos pantalones vaqueros y una camisa celeste a juego con sus
ojos. Para completar el vestuario se puso una chaqueta negra que le daba un
toque elegante. Bajó al hall donde el atrio de cristal que lo cubría inundaba
en vestíbulo de luz permitiendo contemplar unas preciosas vistas al puerto.
Samantha, impaciente, le esperaba.
- - No estás nada mal – le dijo colocándose a su lado. Castle
giró sobre si mismo para que esta la pudiese contemplar desde todos los ángulos
– Vamos, a Tessa no le gusta que le hagan esperar.
- - ¿Tessa? – preguntó Castle sorprendido - ¿Tessa James?
- - ¿Acaso la conoces Richard?
- - Digamos que si – dijo haciéndose el interesante.