El Sonido amortiguado de un teclado me despertó. Miré el
reloj que había en la mesita, marcaba las 4:30. Me giré y lo vi escribiendo en
el portátil; sin hacer ruido me quedé observando a aquel hombre que hace que mi
corazón se desboque, es que es tan mono. Una sonrisa se dibujó en su rostro, se
ve tan guapo, esos ojos azules penetrantes se fijaron en mí y eso hizo que me
sonrojara.
-
Castle: Perdona, no quería despertarte – se
reclinó en la cama buscando mis labios.
-
Beckett: ¿Qué escribías? – le dije devolviéndole
el beso, un beso apasionado que hizo que mis hormonas se revolucionasen.
-
Castle: Hoy ha vuelto la musa a mí y me sentía
inspirado para escribir – me dijo con esa pícara sonrisa que me vuelve loca.
No sé en que momento ocurrió pero ahora sé que Richard
Castle me gusta mucho. Cuando Montgomery me obligó a tenerlo conmigo en los
casos me pareció el peor castigo que me podrían poner, sin embargo ahora no
podría estar más agradecida por ello. Castle se metió en mi vida de golpe, sin
previo aviso y derrumbó esa coraza que me había creado con los años y que nadie
antes había conseguido destruir. Con él me siento protegida de todo y de todos,
y sobre todo me siento amada, sé lo mucho que me quiere y ahora sé que yo solo
lo quiero a él y a nadie más.
-
Beckett: ¿Escribiendo otro best seller a estas
horas, Castle? Eso no puede ser bueno para la salud mental – le dije volviendo
a ese juego con él que nos entendíamos desde que nos conocimos.
-
Castle: Jaja, muy graciosa Beckett.
-
Beckett: Y pienso yo, ¿por qué no te vuelves a
la cama conmigo? – le dije atrayéndolo hacia mí – Seguro que será mucho más
divertido que… - no me dio tiempo a terminar la frase cuando ya lo tenía sobre
mí, recorriendo con sus labios mi cuerpo.
Nos besamos con una pasión desmedida. Giré sobre él y le
besé la oreja para luego darle pequeños mordiscos. Su cuerpo se contrajo y el
mio se adaptó al suyo de forma que parecíamos un solo cuerpo. Él giró besándome
el cuello, haciéndome cosquillas a estar en contacto sus labios con mi cuello.
-
Beckett: Lo que me he perdido todo este tiempo
contigo – él me miró a los ojos abandonando por un segundo nuestro juego.
-
Castle: No sabes cuanto – me dijo para seguir
justo donde lo había dejado.
Un portazo me sobresaltó, parecía que no estábamos solos.
-
¡Richard! – se hizo el silencio – Oh, dios,
Richard, ¿no sé te puede dejar solo ni un día? Eres como un niño, ¿era
necesario que dejaras toda tu ropa por el salón?
Martha había vuelto. Yo tenía mi ropa en su habitación pero
él la había dejado toda por la casa y ahora los gritos de Martha eran
insoportables. Con el ruido Richard se giró y su brazo me rodeó la cintura, me
sentía tan bien teniéndolo junto a mí. No quise despertarle pero antes de
levantarme me acerqué a él y lo besé. Al contacto con mis labios sus labios
respondieron con un tierno beso.
-
Castle: Buenos días Kate, ¿tienes prisa?
-
Beckett: Tu madre acaba de llegar, creo que es
hora de que nos levantemos.
Nos vestimos muy a su pesar y entre besos y caricias salimos
de su habitación. Yo e quedé rezagada mientras él iba a hablar con su madre.
-
Castle: Buenos días mamá, no te esperábamos tan
pronto.
-
Martha: ¿Por eso dejaste anoche toda esta ropa por…?
– al verme dejó la frase incompleta - ¡Beckett! Qué sorpresa, ¿qué haces tú…? –
sus ojos se abrieron de par en par cuando vi como Richard me daba la mano - ¡Oh
dios mio, por fin! – se acercó a mi y me dio un abrazo que casi me deja sin
respiración.
-
Castle: Mama por favor, la vas a asfixiar – le
dijo volviéndome a dar la mano liberándome de Martha.
-
Martha: Es que estoy tan emocionada de que
formes parte de nuestra familia – me dijo con una gran sonrisa.
-
Beckett: Y yo Martha – le dije mientras los
cálidos brazos de Richard me abrazaban la cintura.
Fue una mañana diferente a las que había tenido hasta
entonces. Puse a Martha y a Castle al corriente de todo lo que había sucedido
con el caso, como estuve a punto de morir y como entonces me di cuenta que solo
él ocupaba mi mente.
-
Castle: Tenemos que hacer algo para que
recuperes tu puesto en la comisaria.
-
Beckett: No hay nada que podamos hacer Castle,
estoy fuera de la brigada.
-
Castle: Siempre se puede hacer algo, solo tengo
que mover algunos hilos y estarás de vuelta en la comisaria hoy mismo.
No había nadie en el mundo a excepción de mi padre que se
preocupara tanto por mi como lo hacía Castle, desde el minuto uno de conocernos
lo había dado todo por mí, sus contactos eran mis contactos y siempre que
necesitaba algo ahí estaba él.
-
Beckett: Piensas presionar a la jefa.
-
Castle: No directamente, pero sí.
-
Martha: Richard tiene contactos hasta en el
infierno, seguro que recuperas tu trabajo pronto cariño.
Castle se pasó la tarde haciendo llamadas mientras Martha y
yo preparábamos la cena.
Antes de que el reloj marcase las ocho, Castle se acercó a
la cocina con novedades.
-
Castle: Mañana a las 7:30 la jefa te espera en
la comisaria para devolverte tu placa y tu pistola.
Me acerqué a él y lo rodeé con mis brazos. Richard me abrazó
por la cintura atrayéndome hacia él y lo besé. Antes de separarme le susurré al
odio “gracias” y él me contesto “siempre” sonriéndome.
-
Martha: Vale tortolitos, necesito ayuda en la
cocina si queréis cenar.
Cogidos de la mano nos acercamos hasta donde estaba Martha y
la ayudamos con la cena.
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