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Beckett: Necesito volver a casa Richard, al
menos para coger algo de ropa.
Había pasado el día anterior en su casa, quería pasar tanto
tiempo como pudieses conmigo antes de que pasásemos prácticamente la totalidad
del día en la comisaría. Richard, tan atento como siempre, me dejó una camisa
suya para cambiarme tras la ducha, pero antes de volver al trabajo necesitaba
ropa decente que
no fuese la misma que había llevado el último día en la
comisaría.
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Castle: Está bien, iremos de camino a tu casa,
yo te llevo.
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Beckett: Antes de que volvamos a trabajar juntos
necesito que aclaremos algunas cosas. Yo necesito espacio para poder resolver
los casos, así que mientras estemos trabajando nos comportaremos como
compañeros.
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Castle: Así que no quieres nada de esto – dijo
acercándose para besarme.
Llegaría
tarde si no me iba ya a casa pero sus besos eran como un imán, no podía
apartarme de él y nos quedamos en la entrada de su casa besándonos.
Finalmente
me separé de él.
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Beckett: No, nada de eso, y por favor, deja de
hacerlo o llegaremos tarde el primer día de mi vuelta.
Vi como se
enfadaba, no le gustaba la idea y a mí no me gustaba verlo así, después de
todo, solo quería estar conmigo.
Lo cogí de
la mano y vi como su expresión cambiaba y volvía esa sonrisa pícara.
-
Castle: ¡Vámonos a tu casa!
Las calles
estaban desiertas, a las 6:30 la ciudad dormía mientras Castle y yo volábamos
con su coche.
Recogí algo
de ropa de mi casa y me puse una nueva camisa y pantalón vaquero. Dejé el resto
de la ropa en el coche de Castle y nos fuimos a la comisaría.
La comisaría
estaba vacía, lo que indicaba que de momento no había ningún caso nuevo. Al
girarme vi la pizarra en blanco, lo que corroboró mis pensamientos. Ryan y Expósito
solían llegar sobre las 8 si no se les avisaba por algún caso, así que cuando
pase junto a sus mesas no me sorprendió verlas vacías.
-
Podríamos haber aprovechado un poco más la
mañana – me susurró Castle al oído. No me lo esperaba tan cerca, estaba todo
tan silencioso que so voz me sobresaltó.
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Beckett: ¡Castle! No vuelvas a hacer eso.
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Castle: Aun no estamos trabajando juntos así que
no es necesario que me comporte como tu compañero.
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Beckett: Seguro que la jefa estará en su
despacho – dije cambiando de tema.
No
me apetecía discutir con Castle y sabía que acabaría haciéndolo si seguía por
ahí.
Caminamos
en silencio hasta el despacho. Desde las ventanas pude ver como la jefa se
sentaba en su silla, parecía inquieta. Decidí no esperar más, aun no eran las
7:30 pero para qué esperar si ya estaba allí.
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¡Beckett! No te esperaba hasta las siete y media
– dijo sobresaltada cuando me vio entrar – Pero si viene con Castle, ya veo que
no puede pasar sin usted.
Si no lo
conociese no lo hubiese apreciado, pero lo conocía demasiado bien como para
saber que esa apreciación no le había gustado.
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Supongo que te habrán informado de que tu
periodo en la licencia administrativa ha terminado.
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Si señor – le dije evitando que Castle
respondiese y dijera algo que me comprometiese.
Sin decir
una palabra me devolvió mi placa y mi pistola.
En el tiempo
que había estado trabajando para ella me había dado cuenta que era una mujer de
carácter a la que no le gustaba que le impusiesen nada. Castle habría tenido
una conversación con un alto cargo para que la jefa cambiase de opinión. Salí
de su despacho con Castle a mi espalda.
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Beckett: ¿Con quien hablaste ayer para hacer que
volviera a mi puesto de trabajo?
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Castle: Me temo que eso es alto secreto – me
dijo con esa voz juguetona pasando por delante de mí y sentándose junto a mí
mesa.
Me acerqué
para sentarme junto a él cuando el teléfono empecé a sonar. La jefa no debió
avisar para que desviaran las llamadas a su teléfono y por un momento me
alegre, no me apetecía tener que volver a su despacho.
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Beckett – dije contestando la llamada
-
Que bien que estás en la oficina, te estaba
llamando al móvil pero lo tienes apagado igual que Castle – era Lanie y su voz
sonaba con un tono urgente.
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Beckett: ¿Qué ocurre Lanie?
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Lanie: Tenemos un cadáver en los aparcamientos
de la comisaría.
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Beckett: Enseguida bajo.
Colgué la
llamada y vi la cara de expectación de Castle.
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Beckett: Vamos, te cuento por el camino.
Al llegar al
aparcamiento vi como Lanie me buscaba con la mirada.
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Lanie: ¿Dónde estabais metidos? ¿Por qué
vuestros teléfonos apagados? ¿No sabéis que necesito que estéis localizables?
Castle y yo
nos miramos sin saber que decir, pero no hizo falta decir nada.
-
Lanie: ¡Oh no, no puede ser! Diste el paso Kate
– dijo abrazándome.
Lanie se
había convertido en mi confidente durante estos años en la comisaría. Era la
única que conocía mis sentimientos por Castle desde el principio por eso en los
últimos días me había estado insistiendo para que fuese clara con Castle y le
contara lo que sentía por él.
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Castle: ¿Cómo lo has sabido?
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Lanie: Os conozco Castle y nunca antes había
visto entre vosotros esa mirada de complicidad y ese brillo en nuestros ojos.
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Beckett: Tenemos un caso que resolver, es mejor
que volvamos al trabajo, ya tendremos tiempo de hablar de todo esto.
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Lanie: Tienes razón, ¡a trabajar!
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