Nuestra mente es un gran abismo en el que en multitud de ocasiones
nos perdemos. A veces dejarse llevar por lo que nos dicta puede provocar que
nuestra vida este rodeada por un muro, una coraza difícil de atravesar. Para
evitar sufrir tendemos a escudarnos en nuestra mente, nuestra parte racional,
dejando de lado los sentimientos, lo que luego nos lleva a arrepentirnos y a
preguntarnos ¿y si me hubiese arriesgado y hubiese apostado por lo que me decía
el corazón en lugar de seguir el camino fácil? ¿Y si he elegido el camino
equivocado? ¿Y si…? Pero una vez tomada una decisión ya no hay vuelta atrás,
quizás esa coraza creada para protegernos provoque el efecto contrario y nos
dañe más de lo que parece, al mantenernos alejados de los sentimientos donde
estos no tienen cabida, no si ello implica dolor o sufrimiento.
Quizás para todos es fácil decir que lo
mejor es dejarse llevar y así evitar esos “¿y si…?” Pero cuando se ha sufrido
en el pasado, sin quererlo tendemos a autoprotegernos, no siendo fácil dejarse
llevar por los sentimientos.
Solo el tiempo y el cariño, sin presiones de
ningún tipo, es capaz de romper esa barrera que levantamos, conscientemente o
sin darnos cuenta, para protegernos.
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