Nunca imaginé que un hombre pudiese llegar a hacer por mí lo que Castle
había hecho. Su amor por mí sobrepasaba fronteras, era mayor que el que me
había demostrado nadie.
Jazmines y naranjos se encontraban en los bordes de un camino de piedras
que llevaba a un espeso bosque donde se podía divisar un claro rodeado de
flores de diversos colores. Era hermoso, no podía creer lo que estaba viendo.
-
Castle: He pensado que ya que no hemos
hecho nada juntos ya que nos hemos pasado todo el tiempo en mi casa, podríamos
pasar un rato juntos en este hermoso bosque antes de volver al trabajo. Vengo preparado
– me dijo enseñándome una pequeña manta, me tomó de la mano y nos dirigimos a
aquel claro donde colocó la manta, quedando todas las flores alrededor.
-
Beckett: Nadie ha hecho nunca algo
parecido por mí – le dije acercándome a él para rodearlo con mis brazos. Castle
me miró con dulzura y yo le correspondí besándolo.
Nos sentamos contemplando aquel bosque, testigo de nuestra “cita”.
-
Castle: Cierra los ojos, prometo ser
bueno.
-
Beckett: Casi preferiría que no lo
fueras – dije casi sin pensarlo.
Decidí hacer lo que me pedía aunque no quería apartar mis ojos de los
suyos.
-
Castle: Ahora solo escucha, deja tu
mente en blanco, dime, ¿qué oyes?
-
Beckett: ¡No lo puedo creer! Desde aquí
se puede escuchar el mar – le dije emocionada. Sin duda era el lugar más
hermoso en el que había estado.
-
Castle: Conozco este lugar desde que era
un enano, era mi lugar para relajarme y evadirme de todo. Mis primeros libros
los escribí aquí.
-
Beckett: Es hermoso Castle – le dije
recostándome en su pecho.
Castle me abrazo mientras me apartaba el cabello de la cara. El contacto
cálido de su mano me estremeció y me acurruqué aun más en él.
-
Beckett: Te quiero Castle.
-
Castle: Nunca antes me habías dicho eso
– dijo sorprendido – Vuélvelo a decir.
-
Beckett: Te quiero – dije mirando esos
ojos azules en los que me podía perder eternamente.
Castle se acercó a mis labios y me besó con una dulzura que no había
experimentado hasta entonces. Me giré y me puse frente a él, contemplando su
rostro al que le llegaban los rayos del sol que se colaban entre los frondosos
árboles. Comencé a desabrochar los botones de su camisa mientras él hacía lo
mismo con la mía. Su pecho musculoso se contraía y relajaba en una respiración
agitada, podía notar su corazón latir sin parar. Me acerqué a él y lo obligué a
tumbarse, me coloqué sobre él y comencé a besar su cuello.
-
Castle: ¿No crees que alguien podría
vernos? – me dijo interrumpiendo el juego.
-
Beckett: ¿A esta hora un miércoles y tan
alejados de la ciudad como intuyo que estamos? Nadie se acercará por aquí – le
susurré al oído.
Sin darme tiempo a hacer nada, él me besó con furia y comenzó a quitarme
el pantalón mientras yo seguía besando todo su cuerpo.
Me disponía a desabrochar su pantalón cuando mi móvil comenzó a sonar.
-
Castle: No lo cojas por favor – dijo
acariciando mi mejilla para luego descender poco a poco hasta darme un tierno
beso en el hombro.
-
Beckett: Tengo que contestar, puede ser
importante – le dije sentándome – Beckett
-
Expósito: ¿Dónde te has metido? La jefa
te está buscando, nosotros te hemos cubierto pero no sé cuanto tiempo más
podremos seguir mintiendo sin que nos pillen.
-
Beckett: Lo siento pero nuestra visita
se ha alargado más de lo esperado, había mucho tráfico esta mañana – no me
gustaba mentirle pero no podía decirle que no estaba trabajando porque estaba
con Castle en el bosque – Tardaremos media hora en llegar – le dije colgando.
-
Castle: ¿Podemos seguir donde lo
dejamos? – dijo volviendo a colocarse delante de mi obligándome a tumbarme.
-
Beckett: Debemos volver al trabajo
Castle.
-
Castle: Tenemos tiempo, quedemos un rato
más.
Me resultaba tan irresistible que me entregué a él olvidándome de todo.
En mi mente solo había sitio para Castle y en ese momento solo me importaba él,
sentirlo bajo mi piel.
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