viernes, 12 de octubre de 2012

AND IF... ? - Capítulo 11: Cuando el silencio no resulta incómodo


Silencio. Es algo nuevo para ella lo tímido que parece Vancouver en su despertar. Los coches hacen su salida uno a uno, tranquilamente, sin querer alterar ese silencio, respetándolo como si fuese un ritual enseñado de padres a hijos durante generaciones.  Solo el sonido de las hojas de los árboles al ser perturbadas por el viento junto con el gorgojeo de algún ave mañanera altera ese sobrecogedor silencio. Silencio, una palabra tan simple como esa, una palabra de ocho letras que lo cambia todo. Silencio, calma, eso que dicen que llega tras la tormenta, es lo que ella podía respirar mientras contemplaba a su escritor al volante de su flamante Lexus, uno de los pocos coches que se atrevían a perturbar ese embriagador silencio.
Embelesada ante aquel silencioso despertar de la ciudad, quiso disfrutar de él respetándolo, admirándolo.

-          - Resulta cautivador aun cuando llevas varios días disfrutando de él – le susurró casi al oído como si le hubiese leído la mente.

-         - Mmmm – fue lo único que se atrevió a pronunciar por temor a romper ese mágico silencio.

Resulta tan bella a sus ojos que difícilmente se puede concentrar en la carretera. Tiene sus cinco sentidos en alerta ante cualquier palabra o gesto de su musa y así le resulta imposible mantener la atención en la carretera. Ese silencio ayuda a relajar las altas temperaturas alcanzadas minutos antes en su habitación, llenando el ambiente de tranquilidad. El silencio que la envuelve le da un toque enigmático que le atrae aun más.

-          - No te alejes demasiado durante la entrevista que no quiero compartirte con nadie.

-          - Solo tengo ojos para ti, Richard – le susurra seductoramente rompiendo el silencio, provocando que se quede sin respiración.



En Nueva York el silencio había desaparecido por completo dando paso al caos y al estrés más absoluto. Gates había mandado reunir a todo el equipo para organizar el dispositivo que pondrían en práctica.

-         -  Ryan, Espósito, vosotros iréis al lugar del crimen y buscaréis cualquier pista que nos lleve hasta el asesino: una huella, algo inusual en la vivienda, lo que sea.

-          - Si, señor – dijeron los dos al unísono.

-          - Karl, Jessica, reuniros con los compañeros de narcotráfico y buscad alguna posible relación de Maddox con ese mundo.

-         -  ¿Narco? – preguntó Rob con cara de no entenderla.

-          - Luego te lo explico Rob – le dijo ya que no quería que su equipo supiera que llevaba años investigando el caso de Joahnna – Rob y yo nos encargaremos de estudiar a senadores, alcaldes, policías,… personas de influencia en la sociedad de Nueva York que puedan esconder algo. Por lo que sabemos, Maddox no actuaba por voluntad propia, quien lo dirige debe ser alguien importante. Descartaremos a aquellos que estén limpios y nos centraremos en los que tengan algún desliz, por pequeño que sea, en su vida en sociedad.

Gates temía por la seguridad de Beckett y Castle, sabía que tenía que hacer algo rápido, puesto que como Espósito le había dicho, no tardarían en relacionar a Castle con Smith, y en última instancia, a Beckett. Se sentía responsable de todo lo que estaba ocurriendo, llevaba años investigando el caso de Joahnna Beckett y no había sido capaz de llegar hasta el final, se sentía impotente y frustrado. “Esta vez no se me escaparán” pensó mientras el silencio se apoderaba de la 12th donde solo se encontraban Rob y ella. Como antaño, Rob no había hecho preguntas, se había limitado a confiar en el instinto de Gates y en su buen hacer, lo cual le reconfortaba y le hacía sentirse segura, ya no recordaba lo agradable y estimulante que era tenerle cerca. Con un gesto con la cabeza le invitó a pasar a su despacho donde le esperaban largas y arduas horas de trabajo.


Con paso decidido salió del coche para acercarse a la puerta de su musa, quien permanecía dentro esperando que su mano la invitase a salir.

-          - Cuando quieres eres todo un caballero – le susurra al oído antes de morderle la oreja suavemente y luego caminar hacia la entrada a los estudios de televisión.

Castle tragó sonoramente y se quedó paralizado ante el despliegue de sensualidad de Kate.

-          - ¿No tienes una entrevista? – le preguntó devolviéndolo a la realidad, tras lo cual echó a andar tras ella, deleitándose con su movimiento de caderas.

Sin importarle las fans que lo esperaban a la entrada, sin pensar en lo que pudiesen decir, le pasó un brazo por la cintura a Kate caminando juntos mientras se prodigaban miradas llenas de promesas veladas, de amor.

-          - ¡Richard! – le gritaron a su espalda provocando que este se girase y viera a Samantha correr en dirección a él – Pensaba que ya no llegabas, te están esperando en maquillaje. Hola Beckett – Castle notó brusquedad en ese saludo y pudo ver como parecía incómoda al darse cuenta de la presencia de Kate.

-          - Hola Samantha – el brazo de Kate lo atrajo aun más hacia ella en un intento por hacerle ver que era suyo y de nadie más.

“Kate está celosa” se dijo a si mismo. “Tendré que hablar con ella, parece que no ha entendido que no podría estar con nadie que no sea ella”

-          - Enseguida estaré allí, Samantha – le dijo para que le dejase a solas con Beckett antes de que comenzase la entrevista.

-         -  Date prisa Richard, ya sabes que no se les puede hacer esperar – le recordó antes de marcharse camino al estudio.

La presencia de Samantha no les gustaba, sabía que tendría que aceptar que a cada entrevista o acto promocional al que fuese llamado Castle, ella estaría, puesto que era su agente y estar en cada acto junto a él era parte de su trabajo, pero eso no le ayudaba a calmar esos celos que sentía cada vez que la veía. Aun sabiendo que Castle la amaba y que la había esperado cuatro años, no podía controlar esos celos que aparecían cada vez que la veía aparecer. Pero no pensaba hacer participe de ello a Castle, eso era algo que él no sabría.
Sin darse cuenta, los labios de su escritor estaban sobre los suyos besándolos suavemente. “Me quiere y no le importa demostrármelo delante de los demás” Rodeó su cuello acercándose todo cuando podía a él sin dejar de besarlo, profundizando más en ese beso provocando que poco a poco fuese cobrando intensidad. Sus respiraciones agitadas y sus ojos oscurecidos reflejaban la lujuria desatada en una fracción de segundos. Beckett fue bajando su mano del cabello de Castle recorriendo toda su espalda pero entonces la mano de él la atrapó y le impidió seguir.

-          - Estamos en un estudio de televisión – consiguió decir entre jadeos.

Beckett puso cara de estar enfadada y los labios de Castle la besaron dulcemente.

-          - Tengo que trabajar. Quiero que disfrutes de mi entrevista desde un lugar privilegiado. Ven, te lo enseñaré – le dijo tomándola de la mano, entrelazando sus dedos.

Caminaron juntos sin decir nada, disfrutando de la compañía del otro, en un silencio que no resultaba incómodo, no eran necesarias las palabras, sus miradas lo decían todo. Llegaron a la zona del estudio donde se realizaría la entrevista y Castle le indicó con la mano un lugar a escasos centímetros de donde él sería entrevistado. Había colocado un pequeño sofá y como si le estuviese leyendo la mente le dijo:

-          - Tom, el chico de iluminación, me debía un favor, así que le comenté que quería que buscase un lugar cercano a la zona de grabación para una persona especial. Sé que no te gusta ser el centro de atención, por eso esto está alejado de la zona de las cámaras, es un lugar íntimo desde donde puedes verme perfectamente.

No sabía que decirle, sus palabras le habían impresionado, siempre pensaba en todo, no dejaba nada sin preparar, le cautivaba y le sorprendía día a día.

-          Tengo que irme a maquillaje antes de que comience la entrevista – le rosó suavemente los labios antes de dirigirse hacia maquillaje.

Beckett se puso cómoda en el sofá y esperó pacientemente a que comenzase la entrevista, que, como un cámara le indicó, tardó diez minutos en empezar.
Desde su posición lo veía muy seguro de sí mismo, capaz de llevar le entrevista hacia donde él quería. Se veía tranquilo, “ese es su mundo” recordó. De repente sus mirada se cruzaron y como dos imanes que se atraen no podían apartar sus ojos de los del otro, una fuerza invisible para el resto de personas los mantenía unidos. Como si les estuviese leyendo la mente, el presentador los sacó de esa burbuja en la que se encontraban sumergidos.

-         -  Muchos hemos sido testigos de su buena relación con la que usted considera su musa, la inspectora Kate Beckett. ¿Podríamos considerar que entre usted y ella hay una relación al estilo Rook y Nikki?

Castle se giró en busca de sus ojos, esperando su aprobación. Deseaba darle espacio, esperar a que ella estuviese preparada para hacerlo público, quería disfrutar de ella sin obligarla a nada, darle libertad para que fuese Kate quien decidiese cuando y como contarlo. Además, sabía que para su imagen era mejor seguir siendo el soltero de oro. Sin embargo, la situación se había presentado de otro modo a como él había esperado, la pregunta había sido clara y a Castle le apetecía gritar a los cuatro vientos la suerte que tenía de compartir su vida con la persona de la que se había enamorado como un adolescente y a la que llevaba esperando cuatro años.

Mantuvieron esa mirada como si de un lenguaje secreto se tratase hasta que un ligero asentimiento de cabeza de Beckett le hizo dar el paso.

-          - Rook y Nikki son dos personajes ficticios creados con el fin de darle mayor dinamismo a los casos que reflejo en los libros fruto de la colaboración con la Comisaría 12th de Nueva York. Entre la inspectora Kate Beckett y yo hay algo más que entre los personajes, hay una historia real. Pero no he venido para que me entrevisten sobre mi vida privada, a ninguno de los dos nos gusta hablar de ello. Espero haber respondido su pregunta.

Castle no había dejado de mirarla ni un segundo durante su respuesta. Se sentía el centro de atención y agradecía que la zona en la que ella se encontraba estuviese alejada de las cámaras. No habían tenido tiempo de hablar de como querían llevar la relación. Beckett temía hacerlo público y que dejara de ser conocida por su trabajo para pasar a ser la nueva conquista del rico Richard Castle, le había supuesto largos y duros años de trabajo el ser respetada en su mundo, un mundo donde las mujeres no tenían mucha cabida y ahora no quería tirar por la borda todo lo conseguido. Pero al cruzar su mirada con la de Castle supo que ya no le importaba nada más que él, estaba enamorada y quería que todos supiesen que él era suyo y ella era de él. Su trabajo había pasado a un segundo plano para darle paso a él, a Richard Castle.

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