Silencio. Es algo
nuevo para ella lo tímido que parece Vancouver en su despertar. Los coches
hacen su salida uno a uno, tranquilamente, sin querer alterar ese silencio,
respetándolo como si fuese un ritual enseñado de padres a hijos durante
generaciones. Solo el sonido de las
hojas de los árboles al ser perturbadas por el viento junto con el gorgojeo de
algún ave mañanera altera ese sobrecogedor silencio. Silencio, una palabra tan
simple como esa, una palabra de ocho letras que lo cambia todo. Silencio,
calma, eso que dicen que llega tras la tormenta, es lo que ella podía respirar
mientras contemplaba a su escritor al volante de su flamante Lexus, uno de los
pocos coches que se atrevían a perturbar ese embriagador silencio.
Embelesada ante aquel
silencioso despertar de la ciudad, quiso disfrutar de él respetándolo,
admirándolo.
- - Resulta cautivador aun cuando llevas varios días disfrutando
de él – le susurró casi al oído como si le hubiese leído la mente.
- - Mmmm – fue lo único que se atrevió a pronunciar por temor a
romper ese mágico silencio.
Resulta tan bella a
sus ojos que difícilmente se puede concentrar en la carretera. Tiene sus cinco
sentidos en alerta ante cualquier palabra o gesto de su musa y así le resulta
imposible mantener la atención en la carretera. Ese silencio ayuda a relajar
las altas temperaturas alcanzadas minutos antes en su habitación, llenando el
ambiente de tranquilidad. El silencio que la envuelve le da un toque enigmático
que le atrae aun más.
- - No te alejes demasiado durante la entrevista que no quiero
compartirte con nadie.
- - Solo tengo ojos para ti, Richard – le susurra seductoramente
rompiendo el silencio, provocando que se quede sin respiración.
En Nueva York el
silencio había desaparecido por completo dando paso al caos y al estrés más
absoluto. Gates había mandado reunir a todo el equipo para organizar el
dispositivo que pondrían en práctica.
- - Ryan, Espósito, vosotros iréis al lugar del crimen y
buscaréis cualquier pista que nos lleve hasta el asesino: una huella, algo
inusual en la vivienda, lo que sea.
- - Si, señor – dijeron los dos al unísono.
- - Karl, Jessica, reuniros con los compañeros de narcotráfico y
buscad alguna posible relación de Maddox con ese mundo.
- - ¿Narco? – preguntó Rob con cara de no entenderla.
- - Luego te lo explico Rob – le dijo ya que no quería que su
equipo supiera que llevaba años investigando el caso de Joahnna – Rob y yo nos
encargaremos de estudiar a senadores, alcaldes, policías,… personas de
influencia en la sociedad de Nueva York que puedan esconder algo. Por lo que
sabemos, Maddox no actuaba por voluntad propia, quien lo dirige debe ser
alguien importante. Descartaremos a aquellos que estén limpios y nos
centraremos en los que tengan algún desliz, por pequeño que sea, en su vida en
sociedad.
Gates temía por la
seguridad de Beckett y Castle, sabía que tenía que hacer algo rápido, puesto
que como Espósito le había dicho, no tardarían en relacionar a Castle con
Smith, y en última instancia, a Beckett. Se sentía responsable de todo lo que
estaba ocurriendo, llevaba años investigando el caso de Joahnna Beckett y no
había sido capaz de llegar hasta el final, se sentía impotente y frustrado.
“Esta vez no se me escaparán” pensó mientras el silencio se apoderaba de la
12th donde solo se encontraban Rob y ella. Como antaño, Rob no había hecho
preguntas, se había limitado a confiar en el instinto de Gates y en su buen
hacer, lo cual le reconfortaba y le hacía sentirse segura, ya no recordaba lo
agradable y estimulante que era tenerle cerca. Con un gesto con la cabeza le
invitó a pasar a su despacho donde le esperaban largas y arduas horas de
trabajo.
Con paso decidido
salió del coche para acercarse a la puerta de su musa, quien permanecía dentro
esperando que su mano la invitase a salir.
- - Cuando quieres eres todo un caballero – le susurra al oído
antes de morderle la oreja suavemente y luego caminar hacia la entrada a los
estudios de televisión.
Castle tragó
sonoramente y se quedó paralizado ante el despliegue de sensualidad de Kate.
- - ¿No tienes una entrevista? – le preguntó devolviéndolo a la
realidad, tras lo cual echó a andar tras ella, deleitándose con su movimiento
de caderas.
Sin importarle las
fans que lo esperaban a la entrada, sin pensar en lo que pudiesen decir, le
pasó un brazo por la cintura a Kate caminando juntos mientras se prodigaban
miradas llenas de promesas veladas, de amor.
- - ¡Richard! – le gritaron a su espalda provocando que este se
girase y viera a Samantha correr en dirección a él – Pensaba que ya no
llegabas, te están esperando en maquillaje. Hola Beckett – Castle notó
brusquedad en ese saludo y pudo ver como parecía incómoda al darse cuenta de la
presencia de Kate.
- - Hola Samantha – el brazo de Kate lo atrajo aun más hacia ella
en un intento por hacerle ver que era suyo y de nadie más.
“Kate está celosa”
se dijo a si mismo. “Tendré que hablar con ella, parece que no ha entendido que
no podría estar con nadie que no sea ella”
- - Enseguida estaré allí, Samantha – le dijo para que le dejase
a solas con Beckett antes de que comenzase la entrevista.
- - Date prisa Richard, ya sabes que no se les puede hacer
esperar – le recordó antes de marcharse camino al estudio.
La presencia de
Samantha no les gustaba, sabía que tendría que aceptar que a cada entrevista o
acto promocional al que fuese llamado Castle, ella estaría, puesto que era su
agente y estar en cada acto junto a él era parte de su trabajo, pero eso no le
ayudaba a calmar esos celos que sentía cada vez que la veía. Aun sabiendo que
Castle la amaba y que la había esperado cuatro años, no podía controlar esos
celos que aparecían cada vez que la veía aparecer. Pero no pensaba hacer
participe de ello a Castle, eso era algo que él no sabría.
Sin darse cuenta,
los labios de su escritor estaban sobre los suyos besándolos suavemente. “Me
quiere y no le importa demostrármelo delante de los demás” Rodeó su cuello
acercándose todo cuando podía a él sin dejar de besarlo, profundizando más en
ese beso provocando que poco a poco fuese cobrando intensidad. Sus
respiraciones agitadas y sus ojos oscurecidos reflejaban la lujuria desatada en
una fracción de segundos. Beckett fue bajando su mano del cabello de Castle
recorriendo toda su espalda pero entonces la mano de él la atrapó y le impidió
seguir.
- - Estamos en un estudio de televisión – consiguió decir entre
jadeos.
Beckett puso cara de
estar enfadada y los labios de Castle la besaron dulcemente.
- - Tengo que trabajar. Quiero que disfrutes de mi entrevista
desde un lugar privilegiado. Ven, te lo enseñaré – le dijo tomándola de la
mano, entrelazando sus dedos.
Caminaron juntos sin
decir nada, disfrutando de la compañía del otro, en un silencio que no
resultaba incómodo, no eran necesarias las palabras, sus miradas lo decían
todo. Llegaron a la zona del estudio donde se realizaría la entrevista y Castle
le indicó con la mano un lugar a escasos centímetros de donde él sería
entrevistado. Había colocado un pequeño sofá y como si le estuviese leyendo la
mente le dijo:
- - Tom, el chico de iluminación, me debía un favor, así que le
comenté que quería que buscase un lugar cercano a la zona de grabación para una
persona especial. Sé que no te gusta ser el centro de atención, por eso esto
está alejado de la zona de las cámaras, es un lugar íntimo desde donde puedes
verme perfectamente.
No sabía que
decirle, sus palabras le habían impresionado, siempre pensaba en todo, no
dejaba nada sin preparar, le cautivaba y le sorprendía día a día.
-
Tengo que irme a maquillaje antes de que comience la
entrevista – le rosó suavemente los labios antes de dirigirse hacia maquillaje.
Beckett se puso
cómoda en el sofá y esperó pacientemente a que comenzase la entrevista, que,
como un cámara le indicó, tardó diez minutos en empezar.
Desde su posición lo
veía muy seguro de sí mismo, capaz de llevar le entrevista hacia donde él
quería. Se veía tranquilo, “ese es su mundo” recordó. De repente sus mirada se
cruzaron y como dos imanes que se atraen no podían apartar sus ojos de los del
otro, una fuerza invisible para el resto de personas los mantenía unidos. Como
si les estuviese leyendo la mente, el presentador los sacó de esa burbuja en la
que se encontraban sumergidos.
- - Muchos hemos sido testigos de su buena relación con la que
usted considera su musa, la inspectora Kate Beckett. ¿Podríamos considerar que
entre usted y ella hay una relación al estilo Rook y Nikki?
Castle se giró en
busca de sus ojos, esperando su aprobación. Deseaba darle espacio, esperar a
que ella estuviese preparada para hacerlo público, quería disfrutar de ella sin
obligarla a nada, darle libertad para que fuese Kate quien decidiese cuando y
como contarlo. Además, sabía que para su imagen era mejor seguir siendo el
soltero de oro. Sin embargo, la situación se había presentado de otro modo a
como él había esperado, la pregunta había sido clara y a Castle le apetecía
gritar a los cuatro vientos la suerte que tenía de compartir su vida con la
persona de la que se había enamorado como un adolescente y a la que llevaba
esperando cuatro años.
Mantuvieron esa
mirada como si de un lenguaje secreto se tratase hasta que un ligero asentimiento
de cabeza de Beckett le hizo dar el paso.
- - Rook y Nikki son dos personajes ficticios creados con el fin
de darle mayor dinamismo a los casos que reflejo en los libros fruto de la
colaboración con la Comisaría 12th de Nueva York. Entre la inspectora Kate
Beckett y yo hay algo más que entre los personajes, hay una historia real. Pero
no he venido para que me entrevisten sobre mi vida privada, a ninguno de los
dos nos gusta hablar de ello. Espero haber respondido su pregunta.
Castle no había dejado
de mirarla ni un segundo durante su respuesta. Se sentía el centro de atención
y agradecía que la zona en la que ella se encontraba estuviese alejada de las
cámaras. No habían tenido tiempo de hablar de como querían llevar la relación.
Beckett temía hacerlo público y que dejara de ser conocida por su trabajo para
pasar a ser la nueva conquista del rico Richard Castle, le había supuesto
largos y duros años de trabajo el ser respetada en su mundo, un mundo donde las
mujeres no tenían mucha cabida y ahora no quería tirar por la borda todo lo
conseguido. Pero al cruzar su mirada con la de Castle supo que ya no le
importaba nada más que él, estaba enamorada y quería que todos supiesen que él
era suyo y ella era de él. Su trabajo había pasado a un segundo plano para
darle paso a él, a Richard Castle.
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