viernes, 12 de octubre de 2012

AND IF... ? - Capítulo 7: Cuidarte el alma


Sus manos se agarraban al volante en un intento por controlar la situación pero el saber que ella estaba a su lado se lo impedía. Trataba de mantener la vista fija en la carretera evitando perder la cordura pero ella no se lo estaba poniendo fácil. Podía ver como jugaba con su pelo retorciéndoselo y se mordía el labio. “Me está provocando, parece que Kate también quiere jugar”.


Beckett miraba por la ventaba mientras jugaba con Castle, su juego parecía que funcionaba y eso la hizo sonreír. “Eres más fácil de desarmar de lo que yo pensaba Richard Castle” se dijo a sí misma mientras se giraba para ver la expresión de Castle que no apartaba la vista de la carretera pero podía ver con cuanta fuerza sujetaba el volante.

-         -  ¿Te ocurre algo Castle? – su tono divertido no pasó desapercibido para Castle.
-          
     - Eh, no nada, estoy bien – “esta me la pagas Kate” pensó.


En Vancouver atardecía, el sol comenzaba a caer entre las montañas cuando llegaron al puerto.  El mar estaba en calma dando una sensación de paz. Castle tomó a Beckett de la mano saliendo del coche y caminaron en silencio intercambiando miradas cómplices.

Beckett estaba nerviosa, no sabía que nuevas ideas se le estaba pasando a Castle por la cabeza, estaban en el puerto con unas vistas espectaculares al mar y aun no sabía donde se dirigían. Veía la expresión en su rostro, se veía sereno con una amplia sonrisa que no había desaparecido desde que bajaron del coche. Aun no podía creer que estuviera allí junto a él, había pasado tanto miedo pensando que podría rechazarlo que ahora no llegaba a hacerse a la idea de que estuviera paseando a su lado. Sin darse cuenta, maravillada con su aroma que lo envolvía todo, Castle le había pasado el brazo por la cintura para ayudarla a subir a un pequeño barco que había atracado en el puerto.

-         -  Castle, ¿dónde vamos?
-          
           - Es una sorpresa, tú solo déjate llevar, hazme caso, te gustará.

Castle ayudó a Beckett a subir y agarrándola de la cintura se dirigió hacia la popa del barco donde estaban solos, ya que el resto de pasajeros se concentraban en la proa junto al guía.
Su corazón estaba descontrolado, tenerla a su lado le parecía mentira, después de cuatro años esperando que viera que no era solo un amigo, le daba miedo pensar que solo fuese un maravilloso sueño y al día siguiente se volviera a escapar de sus brazos.

El cielo comenzaba a cambiar de tono y del naranja pasó al rojo y luego al violeta. Beckett sintió como Castle le rodeaba la cintura con sus brazos y la atraía hacia él mientras contemplaban como iban dejando la ciudad para adentrarse en el mar.

-          - Te quiero Kate – le susurró al oído.

Beckett se sonrojó antes sus palabras y el contacto con su piel. Se giró y pudo ver como sus ojos azules brillaban como nunca antes había visto. Era como si todo el mundo hubiese desaparecido y solo estuviesen ellos dos ante la inmensidad del mar.

Castle la miraba embelesado, estaba realmente preciosa y parecía muy segura. La suave mano de su musa pasó a su mejilla acariciando su cara para luego pasar a su pelo y quedarse jugando con él. La mano de Castle acarició los labios de Beckett para luego probarlos en un beso lleno de pasión. Podía notar como ella pedía más y profundizó aun más en ese beso. Castle la volvió a rodear por la cintura mientras los brazos de ella descansaban en los hombros de él jugando con su pelo.

Se separaron y se quedaron mirándose intensamente. Abrazados contemplaron como diversas ballenas pasaban alrededor del barco en una noche donde las primeras estrellas comenzaban a inundar el cielo.

Beckett estaba en una nube, los brazos de su escritor la rodeaban aumentando su temperatura corporal. El paseo en barco había llegado a su fin y Castle volvió a tomarla de la mano caminando muy juntos el uno del otro.

-          - ¿Qué te ha parecido donde te he llevado?
-          
            - Ha sido precioso Cas… Richard – llamarlo por su nombre se le hizo raro pero al ver como este se sorprendía y la acercaba hacia él para rodear su cintura con uno de sus brazos supo que le había gustado – Podría acostumbrarme muy rápido a vivir como una reina y no creo que eso sea bueno Richard Castle – se mordió el labio sabiendo el efecto que ello provocaría en él.

A Castle se le hizo un nudo en la garganta. “Kate eres realmente sexy y no me lo estás poniendo fácil” pensó intentando controlarse.

-         -  Pues aun queda más, conmigo puedes acostumbrarte porque no me iré de tu vida.

Kate sabía los sentimientos de Castle hacia ella, se lo había dejado claro varias veces pero tras su bronca hacía unos días, dudaba que la llegase a esperar.
Ahora, al oír aquellas palabras no tuvo ninguna duda y se lanzó al abismo sin miedo porque sabía que él estaría con ella para evitar la caída. Se acercó a sus labios besándolo con toda la pasión contenida durante años, sus lenguas se entrelazaban y exploraban la boca del otro en un beso que no parecía tener fin.

La sentía cerca, tan cerca de él que no podía controlarse. Estaba apoyado en su coche, sin poder ni querer separarse de sus labios, eran como dos imanes de polos opuestos que se atraen sin poder alejarse. Pero alguno de los dos debía ser el que mantuviese la cordura “ y parece que tú no puedes detective” se dijo divirtiéndose con ello, mientras separaba sus labios de los de Beckett.

-          Será mejor que volvamos al coche, aun tengo un lugar que quiero mostrarte.

Tras darle un tierno beso, Beckett entró en el coche mientras Castle se volvía a poner al volante.

La luna comenzaba a hacer acto de presencia entre la multitud de estrellas que adornaban el cielo. Castle ayudó a Beckett a salir del Lexus y la condujo hasta un romántico restaurante con vistas a English Bay Beach. Cenaron a la luz de las velas entre miradas cómplices y sonrisas, eran la envidia de todos los que cenaban en aquel restaurante.

-          - ¿Te apetece dar un paseo por la playa? – Castle se acercó a Beckett y le tendió la mano. Ella entrelazó la suya a la de él y salieron del restaurante.

Se descalzaron y caminaron por la suave y fresca arena sintiendo como los granos jugaban con sus pies. Beckett se paró y se sentó en la orilla para disfrutar del contacto de las olas mar al romper  sobre sus descalzos pies. Castle la acompañó recostándose en la arena a su lado apoyando la cabeza sobre su mano para contemplar a su musa. Esta se giró y lo pillo mirándola embelesado. Se acercó a ella para apartarle el pelo de la cara rozando su suave piel, provocando que Beckett se estremeciera.
Una melodía comenzó a sonar y Beckett la reconoció. Mientras sonaba a lo lejos la canción, rodeada por lo protectores brazos de su escritor, se la cantaba casi en un susurro al oído.

Con solo tenerte aquí,
decirte lo que yo siento.
Es que me gusta tu cara, me gusta tu pelo,
soñar con tu voz cuando dices te quiero.
Me gusta abrazarte,
perderme en tu aroma,
poder encontrar en tus ojos el cielo.
Me gusta tu risa, me gusta tu boca,

Se acercó a sus labios acariciándolos con la yema de los dedos

me gusta creer que por mí tu estás loco.
Como quiero que sientas conmigo la calma
y cuando llega la noche, cuidarte el alma.

Sensualmente Beckett se puso en pie y lo invitó a bailar. Castle, conquistado, se acercó a ella y la agarró de la cintura mientras ella rodeaba su cuello con sus brazos comenzando a moverse lentamente.

Se sentía completa estando junto a él, Castle la complementaba, la protegía, algo a lo que no estaba acostumbrada, la cuidaba y mimaba y la quería. Era divertido verlo comportarse como un niño pequeño y era tierno verlo ejercer de padre con sus dudas sobre si lo estaría haciendo bien o no. Había aprendido durante los últimos cuatro años a sorprenderse con él, a admirar su lealtad hacia sus amigos y sobre todo a verlo como algo más que un compañero de trabajo o amigo. “Como llamarlo ahora, ¿novio?” pensaba mientras dejaba caer su cabeza sobre el hombro de él acercándose aun más percibiendo su fragancia, la fragancia del hombre que llenaba su vida.



Nerviosa, caminaba de un lado a otro de su apartamento. “Me ha dicho que me llamaría cuando llegase y aun no lo ha hecho”. Caminó hacia el reloj de pie que tenía en el salón y volvió a consultarlo como había hecho durante toda la mañana y parte de la tarde. No quería llamarlo, quería darle espacio para que lo aclarasen todo pero empezaba a preocuparse e impacientarse.

-          - No te preocupes, estará bien, Castle cuidará de ella como lo ha hecho siempre.

Le susurró al oído mientras la abrazaba quedando su espalda junto al torso de él. El roce de sus cuerpos la tranquilizó y le hizo creer en sus palabras llenas de seguridad.


Castle guiaba a Beckett en un baile con una melodía que solo ellos dos podían oír, la melodía de sus corazones galopando al unísono. Castle rozó sus labios y sintió como todo el desenfreno contenido hacía acto de presencia en un beso lleno de deseo. Sabía que no sería capaz de controlarse y que no sería dueño de sus actos mucho más tiempo así que antes de que fuera a más decidió parar.

-         -  Estamos en un lugar público Kate, ¿qué te parece su seguimos en el hotel?
-          
            - Vamos Richard, no hay nadie – le suplicó mordiéndose el labio provocando que se excitara.

Castle no creía lo que Beckett le estaba pidiendo, si alguien le hubiese dicho que la Beckett que el conocía le llegaría a decir eso no se lo hubiese creído,
Le respondió volviendo al beso mientras ella jugaba con su pelo. Poco a poco el beso fue cobrando vida haciéndose más y más intenso. Las manos de ella fueron hasta la camisa de Castle desabrochándola rápidamente para pasar sus manos por su pecho lo que le produjo un cosquilleo en el estómago. Con decisión, Castle hizo la misma operación que segundos antes había hecho ella, dejándola con un sujetado negro de encaje. Se paró a contemplarla a la luz de la luna, parecía una diosa de los mares llegada para volverlo loco. Comenzó a recorrer su cuello a besos hasta llegar al sujetador desabrochándoselo. Se tumbaron en la arena quedando Castle sobre ella mientras le daba pequeños mordiscos en la oreja para luego besar sus labios y bajar en un camino de besos hasta su vientre. Podía escucharla gemir notando como le gustaba pero sabía que quería más y las manos de ellas fueron hasta su pantalón desabrochándolo. Castle se deshizo de él quedándose en bóxer para hacer lo mismo con los pantalones de ella. Castle lamió uno de los pechos de su musa notando como esta se arqueaba y le pedía más. No quería hacerla esperar y tampoco él podía esperar más, le quitó las braguitas para luego quitarse su bóxers y llevó su mano a su entrada y comprobando que estaba lo suficientemente húmeda entró en ella con movimientos suaves que fueron adquiriendo cada vez más intensidad hasta llegar al clímax los dos juntos gritando sus nombres.
“Ahora me toca a mi darte placer Richard” le dijo casi en su susurro para girar sobre él besándolo hasta bajar a su miembro endurecido. En sus ojos azules pude ver cuanto le gustaba que ella tomara el control, así tomó su miembro y lo introdujo en ella en un baile en el que ambos estaban completamente compenetrados.

Ambos se quedaron abrazados, contemplando la luna, único testigos de su amor, mientras el sonido del mar los envolvía.

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