Sus manos se
agarraban al volante en un intento por controlar la situación pero el saber que
ella estaba a su lado se lo impedía. Trataba de mantener la vista fija en la
carretera evitando perder la cordura pero ella no se lo estaba poniendo fácil.
Podía ver como jugaba con su pelo retorciéndoselo y se mordía el labio. “Me
está provocando, parece que Kate también quiere jugar”.
Beckett miraba por
la ventaba mientras jugaba con Castle, su juego parecía que funcionaba y eso la
hizo sonreír. “Eres más fácil de desarmar de lo que yo pensaba Richard Castle”
se dijo a sí misma mientras se giraba para ver la expresión de Castle que no
apartaba la vista de la carretera pero podía ver con cuanta fuerza sujetaba el
volante.
- - ¿Te ocurre algo Castle? – su tono divertido no pasó
desapercibido para Castle.
-
- Eh, no nada, estoy bien – “esta me la pagas Kate” pensó.
En Vancouver
atardecía, el sol comenzaba a caer entre las montañas cuando llegaron al
puerto. El mar estaba en calma dando una
sensación de paz. Castle tomó a Beckett de la mano saliendo del coche y caminaron
en silencio intercambiando miradas cómplices.
Beckett estaba
nerviosa, no sabía que nuevas ideas se le estaba pasando a Castle por la
cabeza, estaban en el puerto con unas vistas espectaculares al mar y aun no
sabía donde se dirigían. Veía la expresión en su rostro, se veía sereno con una
amplia sonrisa que no había desaparecido desde que bajaron del coche. Aun no
podía creer que estuviera allí junto a él, había pasado tanto miedo pensando
que podría rechazarlo que ahora no llegaba a hacerse a la idea de que estuviera
paseando a su lado. Sin darse cuenta, maravillada con su aroma que lo envolvía
todo, Castle le había pasado el brazo por la cintura para ayudarla a subir a un
pequeño barco que había atracado en el puerto.
- - Castle, ¿dónde vamos?
-
- Es una sorpresa, tú solo déjate llevar, hazme caso, te
gustará.
Castle ayudó a
Beckett a subir y agarrándola de la cintura se dirigió hacia la popa del barco
donde estaban solos, ya que el resto de pasajeros se concentraban en la proa
junto al guía.
Su corazón estaba
descontrolado, tenerla a su lado le parecía mentira, después de cuatro años
esperando que viera que no era solo un amigo, le daba miedo pensar que solo
fuese un maravilloso sueño y al día siguiente se volviera a escapar de sus
brazos.
El cielo comenzaba a
cambiar de tono y del naranja pasó al rojo y luego al violeta. Beckett sintió
como Castle le rodeaba la cintura con sus brazos y la atraía hacia él mientras
contemplaban como iban dejando la ciudad para adentrarse en el mar.
- - Te quiero Kate – le susurró al oído.
Beckett se sonrojó
antes sus palabras y el contacto con su piel. Se giró y pudo ver como sus ojos
azules brillaban como nunca antes había visto. Era como si todo el mundo
hubiese desaparecido y solo estuviesen ellos dos ante la inmensidad del mar.
Castle la miraba
embelesado, estaba realmente preciosa y parecía muy segura. La suave mano de su
musa pasó a su mejilla acariciando su cara para luego pasar a su pelo y
quedarse jugando con él. La mano de Castle acarició los labios de Beckett para
luego probarlos en un beso lleno de pasión. Podía notar como ella pedía más y
profundizó aun más en ese beso. Castle la volvió a rodear por la cintura
mientras los brazos de ella descansaban en los hombros de él jugando con su
pelo.
Se separaron y se
quedaron mirándose intensamente. Abrazados contemplaron como diversas ballenas pasaban
alrededor del barco en una noche donde las primeras estrellas comenzaban a
inundar el cielo.
Beckett estaba en
una nube, los brazos de su escritor la rodeaban aumentando su temperatura
corporal. El paseo en barco había llegado a su fin y Castle volvió a tomarla de
la mano caminando muy juntos el uno del otro.
- - ¿Qué te ha parecido donde te he llevado?
-
- Ha sido precioso Cas… Richard – llamarlo por su nombre se le
hizo raro pero al ver como este se sorprendía y la acercaba hacia él para
rodear su cintura con uno de sus brazos supo que le había gustado – Podría
acostumbrarme muy rápido a vivir como una reina y no creo que eso sea bueno
Richard Castle – se mordió el labio sabiendo el efecto que ello provocaría en
él.
A Castle se le hizo
un nudo en la garganta. “Kate eres realmente sexy y no me lo estás poniendo
fácil” pensó intentando controlarse.
- - Pues aun queda más, conmigo puedes acostumbrarte porque no me
iré de tu vida.
Kate sabía los
sentimientos de Castle hacia ella, se lo había dejado claro varias veces pero
tras su bronca hacía unos días, dudaba que la llegase a esperar.
Ahora, al oír
aquellas palabras no tuvo ninguna duda y se lanzó al abismo sin miedo porque
sabía que él estaría con ella para evitar la caída. Se acercó a sus labios
besándolo con toda la pasión contenida durante años, sus lenguas se
entrelazaban y exploraban la boca del otro en un beso que no parecía tener fin.
La sentía cerca, tan
cerca de él que no podía controlarse. Estaba apoyado en su coche, sin poder ni
querer separarse de sus labios, eran como dos imanes de polos opuestos que se
atraen sin poder alejarse. Pero alguno de los dos debía ser el que mantuviese
la cordura “ y parece que tú no puedes detective” se dijo divirtiéndose con
ello, mientras separaba sus labios de los de Beckett.
-
Será mejor que volvamos al coche, aun tengo un lugar que
quiero mostrarte.
Tras darle un tierno
beso, Beckett entró en el coche mientras Castle se volvía a poner al volante.
La luna comenzaba a
hacer acto de presencia entre la multitud de estrellas que adornaban el cielo.
Castle ayudó a Beckett a salir del Lexus y la condujo hasta un romántico
restaurante con vistas a English Bay Beach. Cenaron a la luz de las velas entre
miradas cómplices y sonrisas, eran la envidia de todos los que cenaban en aquel
restaurante.
- - ¿Te apetece dar un paseo por la playa? – Castle se acercó a
Beckett y le tendió la mano. Ella entrelazó la suya a la de él y salieron del
restaurante.
Se descalzaron y
caminaron por la suave y fresca arena sintiendo como los granos jugaban con sus
pies. Beckett se paró y se sentó en la orilla para disfrutar del contacto de
las olas mar al romper sobre sus
descalzos pies. Castle la acompañó recostándose en la arena a su lado apoyando
la cabeza sobre su mano para contemplar a su musa. Esta se giró y lo pillo
mirándola embelesado. Se acercó a ella para apartarle el pelo de la cara
rozando su suave piel, provocando que Beckett se estremeciera.
Una melodía comenzó
a sonar y Beckett la reconoció. Mientras sonaba a lo lejos la canción, rodeada
por lo protectores brazos de su escritor, se la cantaba casi en un susurro al
oído.
Con solo tenerte
aquí,
decirte lo que yo
siento.
Es que me gusta tu
cara, me gusta tu pelo,
soñar con tu voz
cuando dices te quiero.
Me gusta abrazarte,
perderme en tu
aroma,
poder encontrar en
tus ojos el cielo.
Me gusta tu risa, me
gusta tu boca,
Se
acercó a sus labios acariciándolos con la yema de los dedos
me gusta creer que
por mí tu estás loco.
Como quiero que
sientas conmigo la calma
y cuando llega la
noche, cuidarte el alma.
Sensualmente Beckett
se puso en pie y lo invitó a bailar. Castle, conquistado, se acercó a ella y la
agarró de la cintura mientras ella rodeaba su cuello con sus brazos comenzando
a moverse lentamente.
Se sentía completa
estando junto a él, Castle la complementaba, la protegía, algo a lo que no
estaba acostumbrada, la cuidaba y mimaba y la quería. Era divertido verlo
comportarse como un niño pequeño y era tierno verlo ejercer de padre con sus
dudas sobre si lo estaría haciendo bien o no. Había aprendido durante los
últimos cuatro años a sorprenderse con él, a admirar su lealtad hacia sus
amigos y sobre todo a verlo como algo más que un compañero de trabajo o amigo.
“Como llamarlo ahora, ¿novio?” pensaba mientras dejaba caer su cabeza sobre el
hombro de él acercándose aun más percibiendo su fragancia, la fragancia del
hombre que llenaba su vida.
Nerviosa, caminaba
de un lado a otro de su apartamento. “Me ha dicho que me llamaría cuando
llegase y aun no lo ha hecho”. Caminó hacia el reloj de pie que tenía en el
salón y volvió a consultarlo como había hecho durante toda la mañana y parte de
la tarde. No quería llamarlo, quería darle espacio para que lo aclarasen todo
pero empezaba a preocuparse e impacientarse.
- - No te preocupes, estará bien, Castle cuidará de ella como lo
ha hecho siempre.
Le susurró al oído
mientras la abrazaba quedando su espalda junto al torso de él. El roce de sus
cuerpos la tranquilizó y le hizo creer en sus palabras llenas de seguridad.
Castle guiaba a
Beckett en un baile con una melodía que solo ellos dos podían oír, la melodía
de sus corazones galopando al unísono. Castle rozó sus labios y sintió como
todo el desenfreno contenido hacía acto de presencia en un beso lleno de deseo.
Sabía que no sería capaz de controlarse y que no sería dueño de sus actos mucho
más tiempo así que antes de que fuera a más decidió parar.
- - Estamos en un lugar público Kate, ¿qué te parece su seguimos
en el hotel?
-
- Vamos Richard, no hay nadie – le suplicó mordiéndose el labio
provocando que se excitara.
Castle no creía lo
que Beckett le estaba pidiendo, si alguien le hubiese dicho que la Beckett que
el conocía le llegaría a decir eso no se lo hubiese creído,
Le respondió
volviendo al beso mientras ella jugaba con su pelo. Poco a poco el beso fue
cobrando vida haciéndose más y más intenso. Las manos de ella fueron hasta la
camisa de Castle desabrochándola rápidamente para pasar sus manos por su pecho
lo que le produjo un cosquilleo en el estómago. Con decisión, Castle hizo la
misma operación que segundos antes había hecho ella, dejándola con un sujetado
negro de encaje. Se paró a contemplarla a la luz de la luna, parecía una diosa
de los mares llegada para volverlo loco. Comenzó a recorrer su cuello a besos
hasta llegar al sujetador desabrochándoselo. Se tumbaron en la arena quedando
Castle sobre ella mientras le daba pequeños mordiscos en la oreja para luego
besar sus labios y bajar en un camino de besos hasta su vientre. Podía escucharla
gemir notando como le gustaba pero sabía que quería más y las manos de ellas
fueron hasta su pantalón desabrochándolo. Castle se deshizo de él quedándose en
bóxer para hacer lo mismo con los pantalones de ella. Castle lamió uno de los pechos
de su musa notando como esta se arqueaba y le pedía más. No quería hacerla
esperar y tampoco él podía esperar más, le quitó las braguitas para luego
quitarse su bóxers y llevó su mano a su entrada y comprobando que estaba lo
suficientemente húmeda entró en ella con movimientos suaves que fueron
adquiriendo cada vez más intensidad hasta llegar al clímax los dos juntos
gritando sus nombres.
“Ahora me toca a mi
darte placer Richard” le dijo casi en su susurro para girar sobre él besándolo
hasta bajar a su miembro endurecido. En sus ojos azules pude ver cuanto le
gustaba que ella tomara el control, así tomó su miembro y lo introdujo en ella
en un baile en el que ambos estaban completamente compenetrados.
Ambos se quedaron
abrazados, contemplando la luna, único testigos de su amor, mientras el sonido
del mar los envolvía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario