La silueta de una
persona de algo más de 1’70, de complexión fuerte con anchos hombros y caderas
estrechas se podía observar en el vídeo de seguridad. Caminaba con paso
decidido, muy seguro de sí mismo, el miedo no parecía tener hueco en él. No les
pasó desapercibido la comodidad con la que se desplazaba por la casa, era como
sí conociera perfectamente cada detalle, cada resquicio de aquella vivienda. A
lo lejos, otra silueta apareció en la escena acercándose hacia donde estaba el
primero con cautela, como si esperara no ser visto, ocultándose entre las
sombras que las luces de la ciudad proyectaban en aquella casa en penumbra.
Algo alertó al
primero de la presencia de alguien en la casa y, sacando una pistola, se giró
caminando por la habitación. Lo siguiente que se vio fue como el asesino
descubrió a su víctima escondida y sin pensárselo, disparó el arma,
provocándole la muerte. Se guardó el arma y corriendo, dejó la casa sin volver
la vista atrás.
Gates observaba todo
lo sucedido desde la pantalla del ordenador sin pestañear, sin perder detalle
de cada segundo del video.
- - No hemos podido averiguar quien es, la cámara de seguridad
que tenía Smith instalada en su casa no nos permite ver más que la silueta del
asesino. Hemos preguntado al portero del edificio y nos ha dicho que recuerda
haber visto a alguien subir al piso de Smith con semblante serio. Está con
nuestros compañeros para hacer el retrato robot – le explicó Espósito una vez
hubo llegado a la 12th tras estudiar la zona del crimen.
- - Según nos ha confirmado Lanie, el calibre encontrado en el
cráneo de Smith es una 9 milímetros.
- - El arma reglamentaria del cuerpo de policía – dijo Gates
aterrorizada interrumpiendo a Ryan.
Nadie se atrevía a
decir nada tras las palabras de Gates que confirmaron las sospechas de
Espósito y Ryan. Ambos habían llegado a
la misma conclusión pero creyeron que quizás si lo expresaban con palabras se
haría más difícil la situación.
- - Tendremos que empezar por el cuerpo de policía cuando
tengamos el retrato robot – dijo Rob participando en la conversación,
integrándose en el equipo.
Todos asintieron de
mala gana, iba a ser una tarea difícil, para ninguno de ellos era agradable
investigar a sus compañeros, puesto que para ello tenían que desconfiar de
todos y eso era duro en un equipo donde todos eran como una gran familia.
Tras la entrevista,
Castle se quedó charlando con el presentador animadamente antes de que
éste le confesase su admiración por su
forma de escribir y le pidiese que le firmase en una de las hojas del guion del
programa, ya que era lo único que tenía en ese momento. Se despidieron con una
sonrisa y Castle se dirigió a la zona de producción donde le informaron a él y
a su agente sobre el dinero que recibiría por la entrevistada realizada.
Deseoso de ver esos
ojos verdes que lo volvían loco, se encaminó hacia la zona donde horas ante la
había dejado pero se quedó petrificado al ver como ella se había dado cuenta de
su presencia e intencionadamente le seducía con la mirada, mordiéndose el
labio, jugando con su pelo que enredaba entre sus dedos.
Intentó normalizar
su respiración, aunque fue en vano, toda ella lo dejaba sin sentido, lo llevaba
a la séptima gloria, era como un inocente volcán en cuyo interior un ávido
fuego luchaba por salir.
Poco a poco su
cuerpo fue reaccionado y caminado hacia donde ella se encontraba sentada. Pero
su musa no estaba dispuesta a esperar y
salió a su búsqueda, dando un salto, rodeándole la cintura con sus piernas. Sus
labios se encontraron besándose con desenfreno, con toda la pasión contenida
durante cuatro largos años.
Recuperando la
respiración, Beckett se bajó de su cintura y se quedó frente a él, clavando sus
intensos ojos verdes en los suyos.
- - Vaya, no esperaba este recibimiento. Si lo llego a saber no
me pierdo las entrevistas de ayer – una juguetona sonrisa apareció en sus
labios.
Esperaba algún
comentario jocoso por parte de Beckett, sin embargo, sus palabras le tomaron
por sorpresa.
- - Gracias por esperarme, por esperar que estuviese preparada
para que nuestra relación se hiciera pública, por permitirme que fuese yo quien
decidiese. Gracias cariño.
Castle la atrajo
hacia sí y la besó dulcemente demostrándole con ello su amor infinito.
- - Me gusta como ha sonado ese “cariño” – la volvió a besar y
separándose de ella le susurró – Siempre.
Sus miradas se cruzaron y una sonrisa apareció en sus
caras, habían dado un gran paso sin ser muy conscientes de lo que ello podría
ocasionar. Se fundieron en un intenso abrazo y sin pensarlo, aquellas palabras
mágicas salieron de sus labios.
- - Te quiero, Rick.
Solo tres palabras
llevaron a Castle al cielo, convirtiéndose en pura música celestial para sus
oídos. Sabía de sus sentimientos hacia él y la conocía como para saber que solo
necesitaba espacio para que le saliese natural, sin embargo nunca creyó que una
simple entrevista acabaría dándole tanto.
- - Y yo a ti, Kate.
La rodeó aun más
fuerte con sus brazos depositado besos por su cuello lentamente hasta llegar a
sus labios, dejándose llevar.
Después de
despedirse de Tom y darle las gracias por la privilegiada zona donde Beckett
había visto su entrevista, Castle la tomó de la mano y se alejaron de los
estudios de grabación.
- - ¿Qué te apetece hacer hoy? Le preguntó mientras le abría la
puerta del coche invitándola a entrar.
- - Sorpréndeme – una pícara sonrisa se dibujo en su cara.
Con una sonrisa,
Castle condujo hasta el hotel donde irían a cambiarse de ropa. Conocía a
Beckett mejor de lo que ella pensaba y con solo decirle “sorpréndeme” tuvo
claro lo que iban a hacer ese día.
Durante el trayecto
en coche hablaron de cosas triviales sin llegar a tocar ningún tema importante,
por hoy ya habían tenido suficiente con su publicación como pareja en sociedad.
Subieron a la suite de Castle y, ante la curiosa mirada de Beckett, Castle le
dijo que llevase ropa informal.
Beckett, con
curiosidad por saber que había planeado Castle en tan poco tiempo, eligió la
ropa y se vistió lo más rápido posible. Pensando en él, eligió una camisa
blanca de licra con escote que se ajustaba perfectamente a su pecho y lo
combinó con un pantalón vaquero que se ceñía a su cuerpo. Completó su vestuario
con unas sandalias doradas. Dejó su melena ondulada suelta pues sabía lo mucho
que le gustaba a Castle que lo llevase así.
Salió del vestidor y
se encontró con él que la miraba embelesada disfrutando de su cuerpo.
Él había elegido
unos pantalones vaqueros y una camisa blanca de manga corta que marcaba sus
bíceps.
- - ¿Me has leído la mente, Rick? – le dijo al verlo vestido muy
semejante a ella.
- - Ya me gustaría a mi poder leerte la mente en más de una
ocasión, detective – se acercó a ella juguetonamente para rodearla por la
espalda con sus brazos – Me gusta cuando tus mejillas se sonrojan – le paso un
dedo por su mejilla provocando que Beckett se sonrojara aun más y un intenso
calor la recorriese por todo el cuerpo.
- - ¿Dónde me llevaras? – le preguntó intentando cambiar de tema.
- - Me dijiste que te sorprendiera y eso haré – entrelazaron sus
dedos y salieron de la habitación para dejar atrás el hotel.
Caminaron agarrados
por la cintura hasta un pequeño ferry. Beckett, dispuesta a ser sorprendida, no
hizo ninguna pregunta. Se sentaron y continuaron con sus manos entrelazadas.
Beckett miraba por la ventana disfrutando del paisaje que la ciudad ofrecía a
su paso. Inquieta por saber los planes de Castle, se giró para observarlo
dándose de bruces con sus ojos azules, provocando que un intenso calor la
recorriese completamente notando como sus mejillas iban cambiando de tonalidad
al rojo más intenso.
Al cabo de media
hora, el ferry paró y Castle le tendió la mano para que bajase junto a él.
- - Estamos en la Isla Granville, una de las más conocidas de
Vancouver. Me han dicho que no me podía ir de aquí sin visitarla y que mejor
compañía que la tuya para pasear por la isla – le susurró caminando agarrado a
su cintura.
Se adentraron en las
calles de Granville hasta la zona comercial conocida como Net Loft. Se
detuvieron en las encantadoras tiendas que conforman la zona, donde Castle
compró recuerdos para la familia: un precioso libro que le llamó la atención
por el dibujo de la ciudad cuyo escritor era famoso en Vancouver y que eligió
para Alexis, y en una coqueta joyería compró un exclusivo anillo de plata y oro
con zafiros naturales engarzados para su madre que adoraba las joyas.
Beckett caminaba
junto a Castle maravillándose de la hospitalidad de la gente de la isla. Se
pararon frente a una pequeña tienda donde un joven de no más de 25 años seguía
la tradición familiar con la artesanía inuit creando una escultura con la forma
de un oso bailando que con la luz del sol brillaba al estar fabricada con
esteatita o jabón de sastre (talco).
- - La artesanía inuit está basada prácticamente en las
esculturas y los motivos son eminentemente naturalistas: animales de la fauna
del norte, madres llevando a sus bebés de la espalda,… Los materiales
utilizados suelen ser los que se encuentran fácilmente en la zona norte de
Canadá: el marfil de los colmillos de las morsas, las astas de los caribúes y
la esteatita que puede ser pulida hasta alcanzar esa suavidad y ese brillo tan
característicos de este tipo de escultura. Esta artesanía supone la práctica
totalidad de los ingresos de las comunidades inuit.
Beckett estaba
absorta ante la majestuosidad de la obra y la explicación de Castle, admirando
la belleza de la escultura que aquel joven esculpía.
Siguieron caminando agarrados
de la cintura hasta una pequeña tienda que les llamó la atención llamada Alder
House. Allí una joven encantadora llamada Anne le recibió y les hizo una
pequeña demostración de lo que allí se hacía construyendo figuras de vidrio
mediante la técnica del vidrio soplado. Pero el verdadero espectáculo llegó
cuando su hijo Ian, de alrededor de 10 años, se acercó a su madre para trabajar
juntos creando la pieza que Castle le había pedido para Beckett: una preciosa
copa con la palabra ALWAYS grabada. En la base de la copa grabaron la fecha y
los nombres de la pareja.
Beckett estaba maravillada
ante tanta belleza y sorprendida por lo mucho que Castle conocía de la isla.
“Nunca dejará de sorprenderme” pensó mordiéndose el labio.
Visitaron el Mercado
Marítimo, donde disfrutaron de las tiendas llenas de recuerdos marítimos de la
ciudad así como de maquetas de barcos de Vancouver.
Castle invitó a
Beckett a almorzar en un pequeño restaurante de Granville. Estaba ambientado en
las casa rurales de las casas de la zona alta de Vancouver y era muy acogedor. Castle,
conocedor de exquisito marisco de la zona, pidió ostras frescas locales así
como tostadas a la plancha con cangrejo Dungeness bañado en salsa de mago y
aguacate. Por recomendación del camarero, pidieron un delicioso salmó ahumado
salvaje con lechuga, alcaparras y crema fresca de pimienta rosa junto con el
mejor vino de Vancouver que Castle dejó a elección del camarero. De postre, una
riquísima tarta tibia de crema de arce con mousse de chocolate blanco y helado
de vainilla completó el almuerzo.
Pasaron la tarde
visitando los estudios y galería de arte que, por las pequeñas y estrechas
calles de Granville, se habrían paso.
- - Gracias por este maravilloso día cariño – sus labios se
encontraron sin intensión de separarse.
- - Ha sido todo un placer, Kate – le dijo en sus labios.
Con cuidado de que
no se diese cuenta tomo su mano y deposito en su dedo anular un anillo de dos
delfines enlazados en oro blanco.
Sorprendida por el
contacto del material sobre su dedo, bajo la vista y se detuvo al ver el
anillo. Maravillada por el precioso detalle se acercó a sus labios volviéndolo
a besar, en un beso lleno de amor mientras el sol caía dando paso a las primeras
estrellas que comenzaron a cubrir el majestuoso cielo de Vancouver.
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