viernes, 12 de octubre de 2012

AND IF... ? Capítulo 12: Hallazgos peligrosos y visitas sorprendentes


La silueta de una persona de algo más de 1’70, de complexión fuerte con anchos hombros y caderas estrechas se podía observar en el vídeo de seguridad. Caminaba con paso decidido, muy seguro de sí mismo, el miedo no parecía tener hueco en él. No les pasó desapercibido la comodidad con la que se desplazaba por la casa, era como sí conociera perfectamente cada detalle, cada resquicio de aquella vivienda. A lo lejos, otra silueta apareció en la escena acercándose hacia donde estaba el primero con cautela, como si esperara no ser visto, ocultándose entre las sombras que las luces de la ciudad proyectaban en aquella casa en penumbra.
Algo alertó al primero de la presencia de alguien en la casa y, sacando una pistola, se giró caminando por la habitación. Lo siguiente que se vio fue como el asesino descubrió a su víctima escondida y sin pensárselo, disparó el arma, provocándole la muerte. Se guardó el arma y corriendo, dejó la casa sin volver la vista atrás.

Gates observaba todo lo sucedido desde la pantalla del ordenador sin pestañear, sin perder detalle de cada segundo del video.

-          - No hemos podido averiguar quien es, la cámara de seguridad que tenía Smith instalada en su casa no nos permite ver más que la silueta del asesino. Hemos preguntado al portero del edificio y nos ha dicho que recuerda haber visto a alguien subir al piso de Smith con semblante serio. Está con nuestros compañeros para hacer el retrato robot – le explicó Espósito una vez hubo llegado a la 12th tras estudiar la zona del crimen.

-          - Según nos ha confirmado Lanie, el calibre encontrado en el cráneo de Smith es una 9 milímetros.

-          - El arma reglamentaria del cuerpo de policía – dijo Gates aterrorizada interrumpiendo a Ryan.

Nadie se atrevía a decir nada tras las palabras de Gates que confirmaron las sospechas de Espósito  y Ryan. Ambos habían llegado a la misma conclusión pero creyeron que quizás si lo expresaban con palabras se haría más difícil la situación.

-          - Tendremos que empezar por el cuerpo de policía cuando tengamos el retrato robot – dijo Rob participando en la conversación, integrándose en el equipo.


Todos asintieron de mala gana, iba a ser una tarea difícil, para ninguno de ellos era agradable investigar a sus compañeros, puesto que para ello tenían que desconfiar de todos y eso era duro en un equipo donde todos eran como una gran familia.



Tras la entrevista, Castle se quedó charlando con el presentador animadamente antes de que éste  le confesase su admiración por su forma de escribir y le pidiese que le firmase en una de las hojas del guion del programa, ya que era lo único que tenía en ese momento. Se despidieron con una sonrisa y Castle se dirigió a la zona de producción donde le informaron a él y a su agente sobre el dinero que recibiría por la entrevistada realizada.
Deseoso de ver esos ojos verdes que lo volvían loco, se encaminó hacia la zona donde horas ante la había dejado pero se quedó petrificado al ver como ella se había dado cuenta de su presencia e intencionadamente le seducía con la mirada, mordiéndose el labio, jugando con su pelo que enredaba entre sus dedos.
Intentó normalizar su respiración, aunque fue en vano, toda ella lo dejaba sin sentido, lo llevaba a la séptima gloria, era como un inocente volcán en cuyo interior un ávido fuego luchaba por salir.
Poco a poco su cuerpo fue reaccionado y caminado hacia donde ella se encontraba sentada. Pero su musa no estaba  dispuesta a esperar y salió a su búsqueda, dando un salto, rodeándole la cintura con sus piernas. Sus labios se encontraron besándose con desenfreno, con toda la pasión contenida durante cuatro largos años.
Recuperando la respiración, Beckett se bajó de su cintura y se quedó frente a él, clavando sus intensos ojos verdes en los suyos.

-          - Vaya, no esperaba este recibimiento. Si lo llego a saber no me pierdo las entrevistas de ayer – una juguetona sonrisa apareció en sus labios.

Esperaba algún comentario jocoso por parte de Beckett, sin embargo, sus palabras le tomaron por sorpresa.

-          - Gracias por esperarme, por esperar que estuviese preparada para que nuestra relación se hiciera pública, por permitirme que fuese yo quien decidiese. Gracias cariño.

Castle la atrajo hacia sí y la besó dulcemente demostrándole con ello su amor infinito.

-          - Me gusta como ha sonado ese “cariño” – la volvió a besar y separándose de ella le susurró – Siempre.

Sus miradas se cruzaron y una sonrisa apareció en sus caras, habían dado un gran paso sin ser muy conscientes de lo que ello podría ocasionar. Se fundieron en un intenso abrazo y sin pensarlo, aquellas palabras mágicas salieron de sus labios.

-          - Te quiero, Rick.

Solo tres palabras llevaron a Castle al cielo, convirtiéndose en pura música celestial para sus oídos. Sabía de sus sentimientos hacia él y la conocía como para saber que solo necesitaba espacio para que le saliese natural, sin embargo nunca creyó que una simple entrevista acabaría dándole tanto.

-          - Y yo a ti, Kate.

La rodeó aun más fuerte con sus brazos depositado besos por su cuello lentamente hasta llegar a sus labios, dejándose llevar.

Después de despedirse de Tom y darle las gracias por la privilegiada zona donde Beckett había visto su entrevista, Castle la tomó de la mano y se alejaron de los estudios de grabación.

-          - ¿Qué te apetece hacer hoy? Le preguntó mientras le abría la puerta del coche invitándola a entrar.

-          - Sorpréndeme – una pícara sonrisa se dibujo en su cara.

Con una sonrisa, Castle condujo hasta el hotel donde irían a cambiarse de ropa. Conocía a Beckett mejor de lo que ella pensaba y con solo decirle “sorpréndeme” tuvo claro lo que iban a hacer ese día.

Durante el trayecto en coche hablaron de cosas triviales sin llegar a tocar ningún tema importante, por hoy ya habían tenido suficiente con su publicación como pareja en sociedad. Subieron a la suite de Castle y, ante la curiosa mirada de Beckett, Castle le dijo que llevase ropa informal.

Beckett, con curiosidad por saber que había planeado Castle en tan poco tiempo, eligió la ropa y se vistió lo más rápido posible. Pensando en él, eligió una camisa blanca de licra con escote que se ajustaba perfectamente a su pecho y lo combinó con un pantalón vaquero que se ceñía a su cuerpo. Completó su vestuario con unas sandalias doradas. Dejó su melena ondulada suelta pues sabía lo mucho que le gustaba a Castle que lo llevase así.
Salió del vestidor y se encontró con él que la miraba embelesada disfrutando de su cuerpo.
Él había elegido unos pantalones vaqueros y una camisa blanca de manga corta que marcaba sus bíceps.

-          - ¿Me has leído la mente, Rick? – le dijo al verlo vestido muy semejante a ella.

-          - Ya me gustaría a mi poder leerte la mente en más de una ocasión, detective – se acercó a ella juguetonamente para rodearla por la espalda con sus brazos – Me gusta cuando tus mejillas se sonrojan – le paso un dedo por su mejilla provocando que Beckett se sonrojara aun más y un intenso calor la recorriese por todo el cuerpo.

-          - ¿Dónde me llevaras? – le preguntó intentando cambiar de tema.

-          - Me dijiste que te sorprendiera y eso haré – entrelazaron sus dedos y salieron de la habitación para dejar atrás el hotel.

Caminaron agarrados por la cintura hasta un pequeño ferry. Beckett, dispuesta a ser sorprendida, no hizo ninguna pregunta. Se sentaron y continuaron con sus manos entrelazadas. Beckett miraba por la ventana disfrutando del paisaje que la ciudad ofrecía a su paso. Inquieta por saber los planes de Castle, se giró para observarlo dándose de bruces con sus ojos azules, provocando que un intenso calor la recorriese completamente notando como sus mejillas iban cambiando de tonalidad al rojo más intenso.

Al cabo de media hora, el ferry paró y Castle le tendió la mano para que bajase junto a él.

-          - Estamos en la Isla Granville, una de las más conocidas de Vancouver. Me han dicho que no me podía ir de aquí sin visitarla y que mejor compañía que la tuya para pasear por la isla – le susurró caminando agarrado a su cintura.

Se adentraron en las calles de Granville hasta la zona comercial conocida como Net Loft. Se detuvieron en las encantadoras tiendas que conforman la zona, donde Castle compró recuerdos para la familia: un precioso libro que le llamó la atención por el dibujo de la ciudad cuyo escritor era famoso en Vancouver y que eligió para Alexis, y en una coqueta joyería compró un exclusivo anillo de plata y oro con zafiros naturales engarzados para su madre que adoraba las joyas.

Beckett caminaba junto a Castle maravillándose de la hospitalidad de la gente de la isla. Se pararon frente a una pequeña tienda donde un joven de no más de 25 años seguía la tradición familiar con la artesanía inuit creando una escultura con la forma de un oso bailando que con la luz del sol brillaba al estar fabricada con esteatita o jabón de sastre (talco). 

-          - La artesanía inuit está basada prácticamente en las esculturas y los motivos son eminentemente naturalistas: animales de la fauna del norte, madres llevando a sus bebés de la espalda,… Los materiales utilizados suelen ser los que se encuentran fácilmente en la zona norte de Canadá: el marfil de los colmillos de las morsas, las astas de los caribúes y la esteatita que puede ser pulida hasta alcanzar esa suavidad y ese brillo tan característicos de este tipo de escultura. Esta artesanía supone la práctica totalidad de los ingresos de las comunidades inuit.

Beckett estaba absorta ante la majestuosidad de la obra y la explicación de Castle, admirando la belleza de la escultura que aquel joven esculpía.

Siguieron caminando agarrados de la cintura hasta una pequeña tienda que les llamó la atención llamada Alder House. Allí una joven encantadora llamada Anne le recibió y les hizo una pequeña demostración de lo que allí se hacía construyendo figuras de vidrio mediante la técnica del vidrio soplado. Pero el verdadero espectáculo llegó cuando su hijo Ian, de alrededor de 10 años, se acercó a su madre para trabajar juntos creando la pieza que Castle le había pedido para Beckett: una preciosa copa con la palabra ALWAYS grabada. En la base de la copa grabaron la fecha y los nombres de la pareja.
Beckett estaba maravillada ante tanta belleza y sorprendida por lo mucho que Castle conocía de la isla. “Nunca dejará de sorprenderme” pensó mordiéndose el labio.

Visitaron el Mercado Marítimo, donde disfrutaron de las tiendas llenas de recuerdos marítimos de la ciudad así como de maquetas de barcos de Vancouver.

Castle invitó a Beckett a almorzar en un pequeño restaurante de Granville. Estaba ambientado en las casa rurales de las casas de la zona alta de Vancouver y era muy acogedor. Castle, conocedor de exquisito marisco de la zona, pidió ostras frescas locales así como tostadas a la plancha con cangrejo Dungeness bañado en salsa de mago y aguacate. Por recomendación del camarero, pidieron un delicioso salmó ahumado salvaje con lechuga, alcaparras y crema fresca de pimienta rosa junto con el mejor vino de Vancouver que Castle dejó a elección del camarero. De postre, una riquísima tarta tibia de crema de arce con mousse de chocolate blanco y helado de vainilla completó el almuerzo.

Pasaron la tarde visitando los estudios y galería de arte que, por las pequeñas y estrechas calles de Granville, se habrían paso.

-          - Gracias por este maravilloso día cariño – sus labios se encontraron sin intensión de separarse.

-          - Ha sido todo un placer, Kate – le dijo en sus labios.

Con cuidado de que no se diese cuenta tomo su mano y deposito en su dedo anular un anillo de dos delfines enlazados en oro blanco.

Sorprendida por el contacto del material sobre su dedo, bajo la vista y se detuvo al ver el anillo. Maravillada por el precioso detalle se acercó a sus labios volviéndolo a besar, en un beso lleno de amor mientras el sol caía dando paso a las primeras estrellas que comenzaron a cubrir el majestuoso cielo de Vancouver.

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