Se despertó
desorientada, creyendo que estaba en su apartamento en Nueva York, hasta que se
dio cuenta de que unos musculosos y fuertes brazos la rodeaban impidiendo que
hiciese cualquier movimiento sin que él se despertase. Podía notar su
respiración pausada en su nuca y escuchar el rítmico latir de su corazón.
Vancouver parecía haber despertado con ella aunque el silencio lo inundaba
todo, solo era perceptible por los rayos del sol que se colaban por la ventana.
Se giró suavemente para quedar frente a él. Una sonrisa llenaba todo su rostro
lo cual hizo que ella también sonriese. “Eres tan mono” dijo dulcemente
mientras jugaba con su pelo apartándoselo de la cara para disfrutar de aquel
maravilloso despertar.
Castle la había oído
moverse, sabía que estaba despierta pero él se hizo él dormido. Notó como giró
alrededor de sus brazos que la rodeaban y como sus ojos verdes lo contemplaban.
Entonces una sonrisa se le escapó, haciéndose más grande con sus palabras y el
contacto de su mano sobre su cara para apartarle el pelo. Comenzó a abrir los
ojos y se encontró de lleno con los de Kate, sus ojos verdes brillaban,
parecían diferentes, llenos de magia.
- - Buenos días cariño – le dijo acercándose a sus labios para
probarlos. En unas horas se había acostumbrado a sus besos y él lo sabía.
-
- Mmmm, te ves preciosa esta mañana – susurro en sus labios.
Kate se sonrojó ante
sus palabras. Tiene el poder de hacer que sus mejillas cobren un color rojizo y
sabiéndolo, se aprovecha de ello.
El sonido del
teléfono de Castle interrumpió el juego de miradas que ambos habían comenzado.
- - ¿Qué ocurre Samantha? – le preguntó sorprendido.
-
- ¿Cómo me preguntas eso Richard? – le gritó llegando las
palabras incluso a Beckett que permanecía acostada junto a él – Ayer tenías
varias entrevistas y no apareciste, te intente localizar pero no contestabas al
teléfono. -
- ¿Se puede saber que pasa?
-
- Lo siento Samantha, se me olvidó, estuve ocupado.
-
- Les tuve que decir que estabas enfermo, pero no pienso mentir
más por ti, porque tú estés ocupado con la detective – le continuó diciendo a
gritos ignorando las palabras de Castle – O te tomas en serio tu trabajo o no
seré yo quien lo haga.
-
- Me ha colgado – se dirigió a Beckett mirando el teléfono
sorprendido.
-
- Parece que no le agrado demasiado.
-
- Tendré que hablar con ella.
-
- Mientras yo llamaré a Lanie, estará preocupada- le dijo
intentando parecer tranquila aunque en ese momento se sentía ante la agente de
Castle. Siempre había sospechado de los reales sentimientos de Samantha hacia
él y ahora sus sospechas eran mayores.
Castle se levantó de
la cama pero Beckett lo agarró de la mano y tiró de él cayendo en la cama junto
a ella.
- Tú también estás muy guapo esta mañana.
Besó su nariz para
luego bajar a sus labios dejándose llevar por sus brazos que la rodeaban y la
atraían hacia él.
Gates despertó
bruscamente, de nuevo aquella pesadilla se volvía a repetir donde moría a manos
de los asesinos de la madre de la detective Kate Beckett. Cada sueño era en un
escenario diferente pero siempre acababan igual, ya fuese de una u otra forma,
ella acababa siendo asesinada.
Sudosa y agitada, se
levantó de la cama y se dirigió hacia su despacho; ya que no iba a poder dormir
después de aquello, haría algo útil.
En su escritorio se
podía ver un bloc de notas llenos de palabras en clave que solo ella podía
entender con una letra perfectamente cuidada. “De este bloc partirá todas mis
investigaciones” se había dicho cuando comenzó a escribirlo hacía varios años.
Era su secreto mejor guardado, nadie sabía que llevaba mucho tiempo
investigando el caso de Joahnna Beckett. “Nadie excepto Rob” recordó.
Ella era una novata
cuando Joahnna fue asesinada y las ansias por dejar de serlo y porque dejaran
de tratarla como la nueva le llevó a investigar la extraña muerte de la
abogada. Sin embargo, le quedaba mucho por aprender y aunque se refugió en Rob
para que la guiase, ellos dos solos no pudieron averiguar nada, el encontrarse
en un estado diferente al de la víctima les impedía llegar a determinada
información debido a las diferentes leyes de los estados. Gates llegó a la
conclusión de que el caso le venía grande en ese momento y aunque dejó de
investigar junto a Rob, nunca dejó el caso de lado y con los años y la
experiencia había conseguido recopilar gran material gracias también a los
contactos que había ido estableciendo por su prestigio como detective de
policía.
Mientras revisaba
los informes de la muerte de Joahnna así como del caso que llevaba cuando fue
asesinada, decidió que buscaría a Rob. Ahora tenía un equipo con el que podía
contar y Rob era un brillante policía que en los años de carrera había
conseguido destapar grandes asesinatos, según había podido averiguar. Pero,…
¿por dónde empezar? Sabía que Rob seguía trabajando aún para la comisaría de
California. Tenía ese dato, así que empezaría por ahí, no se iba a dar por
vencida, necesitaba a Rob en su equipo.
Beckett se había
quedado sola en la habitación del hotel de Castle. Se sentía insegura y
nerviosa, así que decidió hacer lo que le había dicho a Castle: llamar a Lanie,
la única persona capaz de tranquilizarla.
Se sentó en el
alfeizar de la ventana contemplando las espectaculares vistas y marcó el número
de teléfono de su amiga.
- - Lanie, siento no haberte llamando antes, pero no he tenido tiempo.
-
- Me has tenido preocupada, dile al escritor que no te acapare
para él solo. Cuéntame, ¿qué te dijo cuando te vio?
-
- Estaba sorprendido, pero solo me preguntó que haría con el
caso de mi madre, parecía querer estar seguro de que no me alejaría de él.
-
- Castle ha tenido mucha paciencia contigo, más te vale dejar
tus miedos de lado Kate. Pero quiero detalles, ¿qué tal es?
- - ¿Cómo que qué tal es?
- - Por favor Kate, no te hagas la tonta, después de tenerme
preocupada me lo debes.
- - No te voy a contar nada de eso, solo te diré que supera mis expectativas.
- - Que mala eres. Supongo que el escritor estará por ahí y no
quiero que se enfade conmigo.
- - No te preocupes, estoy sola – remalcó esa última palabra.
- - ¿Qué ocurre Kate? Te conozco, no trates de mentirme.
- - Es Samantha, su agente, ¿recuerdas? – pudo escuchar como
Lanie afirmaba – Parece no estar muy contenta de mis presencia aquí. No sé
hasta que punto fiarme de Castle, con su historial no estoy muy segura de lo
que pueda llegar a ocurrir ahora que está hablando con ella después de que esta
mañana le echara la bronca por teléfono por haber olvidado las entrevistas de
ayer.
- - Kate, cariño, ese historial del que hablas desapareció desde
hace cuatro años. Castle solo intentaba darte celos pero él solo tiene ojos
para ti. Solo un hombre completamente enamorado es capaz de esperar por alguien
cuatro años como ha hecho él por ti. Te quiere, se ha expuesto muchas veces
solo para verte bien y que no te ocurriese nada, es el primero que se preocupa
por ti cuando estas triste. ¿No te das cuenta que se fue de Nueva York para
sufrir por ti? No te preocupes, relájate y espera que él te cuente, no sucederá
nada, Castle te quiere demasiado.
- - Recuérdame que te page un sueldo como mi psicóloga. Gracias
por el consejo, intentaré relajarme.
- - Cariño, te llamo en otro momento, cierto detective requiere
mi presencia.
- - Vaya, vaya Lanie, no sabía que estabas ocupada, tú si que
sabes aprovechar el tiempo.
- - No lo estaba hasta ahora. Cuida del escritor que tienes una
joya.
- - Lo haré.
Dejó el móvil en la
mesita de noche y se tumbó en la cama pensando en lo que Lanie le había dicho.
Sabía que tenía razón, que Castle la quería, sin embargo no podía dejar de
sentirse inquieta. Sentía celos aunque sabía que no tenía motivos para ellos.
Su mente iba a mil por horas y necesitaba relajarse así que le dejó una nota a
Castle, tomó el biquini que llevaba en su maleta y se dirigió a la piscina.
En el otro lado del
hotel, Castle, nervioso, decidió dejarse de rodeos y ser claro con Samantha.
Tras llamar insistentemente, la puerta se abrió permitiéndole entrar antes de
cerrarse.
- - ¿Qué haces aquí Richard? La entrevista no es hasta dentro de
tres horas – se podía notar su enfado.
- - Tenemos que hablar Samantha.
- - ¿Qué quieres Richard? Estoy ocupada, a diferencia de ti yo no
dejo mi trabajo.
- - ¿Se puede saber qué te pasa? Desde que llegamos te comportas
de un modo extraño. Quise hablar contigo ayer, pero como al parecer ya sabes,
llegó Kate y estuve ocupado.
- - Si, ya veo que estuviste muy ocupado – parecía a punto de
estallar.
- - A eso me refiero. ¿Por qué utilizas ese tono? He llegado a
pensar que sientes celos de cualquier mujer que se acerque a mí y por eso te
comportas de este modo.
Las mejillas de la
agente comenzaron a cambiar de tonalidad y adquirir un color rojizo.
- - Siento mi comportamiento estos días Richard – parecía abatida
mientras se sentaba en borde de la cama invitándole a hacer lo mismo – Te he
visto sufrir mucho y cuando llegamos y apareció Tessa supe que clase de mujer
era, sabía que tú no estabas bien y que ella solo se aprovecharía de ti, por
eso me molestaba su presencia. Luego me contaste lo ocurrido con Beckett y me
sorprendió lo mucho que te importaba después de haber vivido contigo todo lo
que te ha hecho sufrir. Cuando volvió y te vi como le mirabas sentí miedo,
miedo de volverte a ver hecho pedacitos. Sé que no tengo derecho a meterme en
tu vida, pero yo solo quiero lo mejor para ti, me preocupan que te vuelvan a
hacer daño.
Se hizo el silencio.
Samantha tenía la vista fija en el suelo, no se atrevía a mirarlo a la cara, no
sabía como reaccionaría después de lo que le había contado. Entonces notó como
la mano de Castle tomaba su barbilla y la obligaba a mirarle a los ojos.
- - Samantha, amo a Kate como jamás he amado a nadie. Hubo
momentos en los que dude de ser capaz de esperarla pero en cuanto veía sus
hermosos ojos verdes y su sonrisa al llevarle el café cada mañana, todas mis
dudas desaparecían. Con ella me sorprendo cada día, Kate me empuja a ser mejor
persona, es un continuo aprendizaje a su lado. No tengo miedo a que me haga
daño porque ahora es mía y ese temor se quedó en el pasado, ahora solo puede
hacerme muy feliz. Eres como una hermana para mí y te agradezco lo que haces
pero estoy bien. Me alegro haber venido y que hayamos aclarado la situación.
- - Si ella te hace feliz no seré yo quien te lo impida Richard –
dijo intentando poner la mejor de sus sonrisas – Ahora si no te importa, tengo
trabajo.
- - Nos vemos dentro de unas horas – se levantó y salió de la
habitación dejando a una triste Samantha que daba rienda suelta a sus
sentimientos en forma de lágrimas.
Castle llegó a su
habitación y la encontró muy silenciosa. Beckett no estaba y eso le hizo
preocuparse. Se dirigió a la mesita de noche dispuesto a llamar a recepción y
entonces descubrió una nota.
Richard, como
tardabas mucho he decidido
hacer uso de las
instalaciones.
Estoy en la piscina.
Con la nota en las
manos se imaginó a Kate en biquini y una sonrisa de niño travieso apareció en
su rostro. Se dirigió al vestidor y buscó su bañador sin dejar de sonreír.
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